lunes, 7 de noviembre de 2016

En la Piel del Ángel


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MENSAJE ÁNGEL DE LA ESTRELLA 2014
CAMBIO DE MANDO 2016

Mi familia me ha acompañado a entregar este encargo, a decir verdad aun no sabía si el silencio hubiese sido lo más consecuente por que me sigo preguntando cómo hacemos para devolver tanto amor; no se puede llamar de otra manera: gracias mi ciudad, gracias Latacunga.

Desde la encomienda que abocó en tal designación me he propuesto a vivir mi vida lo mejor posible, digno y merecedor para ratificar mi gratitud a los jóvenes de mi ciudad, a la gente de a pie, quienes han dicho con su abrazo y sonrisa que su representatividad ha sido correspondida.

Con esa misma responsabilidad he reflexionado: ¿Qué mismo resulta ser personaje de la Mama Negra? Es acaso la dedicación y el valor del nacionalismo puro y militante, el amor y el civismo, es la libertad y las buenas costumbres, es la puerta de par en par hacia el mito y la leyenda, o es el tropezón hacia lo vulgar, el abucheo y el olvido, esa otra suerte de quien no merece el encargo y lo ostenta con un ego falso y arribista; es y lo afirmo una prueba que humildese desde el afecto popular, desde lo verosímil y el axioma social que se refleja en el designado.
 
Por eso no todos en la aspiración más férrea, aún se le encargue o delegue, puede ser o sentirse personaje, hay que merecerlo no sólo nombrarse, hay que saber "ser". 

Al iniciar esa ritualidad que va desde la aceptación de la "Jocha", hasta este momento de devolver con creces el encargo que es el Cambio de Mando y el día del franco desfile por entre las calles, el color y la alegría de una ciudad aferrada a su costumbre, infundiendo ánimo, vigor, civismo, y devoción. 

También es menos cierto que uno a pesar del paso del tiempo se convierta en Ex Personaje, es un dejo contradictorio en la intimidad de la aceptación y el designio público ese adjetivo de vetusto o caduco cuando se refieren a los personajes como "Ex", resulta un gesto despectivo inconsciente: uno se es personaje para siempre, para toda la vida; uno debe referirse es más bien al año con sus días y sus noches con toda su rutina cotidiana.

Ser personaje de esta fiesta no resulta cualquier cosa, es un alto honor ciudadano que marca para siempre ese fino y delgado hilo de mito y realidad, de mística y de identidad, una alquimia (...) entonces, Querido Hermano Esteban Naranjo sé merecedor de este encargo. Sé merecedor de la gracia y la buena noticia, sé el portador de la esperanza y el mensaje mediante coplas y alabanzas, sé conciliador y que siempre la esperanza y la solidaridad nos una con la patrona de esta ciudad que también te vio nacer, la Virgen de Mercedes.

Que a través del cetro de la estrella el legado de lo etéreo, el signo de la palabra inmaculada; todo lo que asiste en la medida de lo posible representes a toda la juventud latacungueña con ejemplo y humildad; porque sí somos todo lo que soñamos,  sí somos la raíz de lo que siempre hemos sido.

Somos Vicente León, somos Juan Abel Echeverría, somos Victoria Vásconez Cuvi, somos filantropía, somos presente y porvenir, somos sangre y anhelo, somos mística y tradición, somos trabajo, esfuerzo, mente e ilusión, somos el arado, el surco y la semilla, somos la poesía el trabajo y la honestidad, somos vecindario y afecto latacungueño.

Somos legado, patrimonio, ciudad, flor, aroma y tradición; llevaré para siempre en mi memoria la magia de la fiesta de la Mama Negra. La alegría de ser parte de un acto singular, que solo se realiza en esta ciudad; de haber sentido vibrar el corazón con la música y las camaretas, de haberme asustado cuando niño con los huacos, de saborear los caramelos de las Camisonas, y de alguna vez haber sido sorprendido por la Mama Negra con la leche que lanza a los despistados entre vivas por la ciudad. Porque hay algo cierto después de vivir esta fiesta, les aseguro, la vida cambia y para siempre.
 
Quiero agradecer a la memoria de Luz Edelina Heredia dos veces madre, mi ángel. A Zoila María y Flavio Adán abrazados en una fotografía;  a mi familia Rengifo y Robayo, febril y robusta como un árbol  donde me he guarecido, escampado y aferrado, mástil y columna.

A la “Ella”, tímidamente serena, muelle y final del camino, “destinal” como Abaddón aleteando la ciudad. A “Ella”, simplemente, infinita en la palidez de su negritud, en la ternura del llamado de mi corazón para auxiliarme en sus esmeros, a su anónimo y su ascendencia, su afonía y mi grito. Al arte de la amistad, la lealtad y la complicidad; A los poetas, periodistas, fotógrafos y escritores  que aportaron con su pluma a que éste aleteo trascienda  desde el gesto a la memoria.

A los personajes, a su legado y memoria: A Byron Burbano Moreno, Marcelo Mogro, Germánico Alvear y Xavier Estrella, a sus familias, a las esposas y su prolija dedicación, a quienes hilvanaron el sentido de ganar “otra”  familia, a mis palafreneros, negros loeros, cholas ofrenderas, carishinas, todos los huacos.

Al decir cariñoso de por siempre ser: La Mama Negra Bonita; Rey Moro agricultor, artista y escultor; Abanderado industrial y emprendedor; Capitán formador de juventudes y de profunda tradición; y de este Ángel de las letras, periodista y escritor, personajes de la edición de las Bodas de Oro de la fiesta mayor.

A la “Alita” del Ángel (Alison Veloz Agama) por la sangre y la euforia; a María Mercedes Aldaz Agama por la extensión de los sueños, particularmente; a Gissela Rosales Quijano por el tremor del corazón, por la lealtad la convicción y el amor;  a Adriana Belén mi sobrina, a mis hermanos, todas las voces, todas las sangres, por la consecuencia, el legado, y el porvenir; a tantos que merecen el desborde del párrafo y que habitan en mi corazón.

Dios les pague ciudad, colosal, infinita, por haberme permitido verme volar y escribir en su historia el legado de uno de sus hijos, el mío propio.

!VIVA LATACUNGA! 
!VIVA LA VIRGEN DE MERCEDES! 

(Mensaje de Cambio de Mando Miguelángel Rengifo Robayo - Ángel de la Estrella 2014 Martes 1 de Noviembre de 2016)









martes, 19 de abril de 2016

Grieta


                        A tantos, a todos
que urgen de nuestra palabra


¿Quién sabe qué ausencia?
¿Qué nostalgias de mar?
Caminos andados como un recuerdo viviremos,
Para allá en el risco se estira tu voz, país.

El tremor del ángel azotó la piel, la fe.
La casa trisada en su columna,
Desecha, la sangre en ruinas,
 
Yo no sé de cierto
Pero me dueles país,
Entre grietas, afonías y llantos

¿Qué hemos perdido sino tu sonrisa?
Cómo hemos quedado sino abrazados a la intemperie,
Sostenidos de las manos;
Cae todo cae y no perdona
Por mitad del corazón
Pasea tu pena y nuestro luto;

Un cogollo de espinas en la garganta,
El mismo ángel acurrucado y vahído
Revisando el muelle con los ojos,
Brotan vigores y éxodos
Para buscar tu semilla entre las ruinas
Lejos de esta orilla,
Renacidos, lastimados
Puros.

Ay país me dueles en coyunturas, huesos, y nudillos,
En la médula de todos los años,
En todos los silencios
En donde reposan todos los colores,
Entonces callo tanto como el  rojo
Como el azul, el negro, y este gris celaje desolado;
En el aguacero que renacen los trigales,
En la espuma difuminada de la playa
Donde un par de huellas abren el sol a tus espaldas

Cada vez que muere alguien algo de mí también muere
Despiértame, no te despidas aún
Sé levadura y boca que grita,
Llanto, lluvia;
A veces el llanto se vuelve tanto
Que no para de llover

miércoles, 13 de abril de 2016

La piel del cielo

Ornitorrinco


 (…ahora pasan dos más pequeñas, con los bordes plateados)
Julio Cortázar


Sos una nube negra, Mujer,
Esbelta y efímera,
Me llueves.

Arrancas desde las ganas
Desde las agallas
Desde las sangres
Desde el tuétano,
Los suspiros,
Todos.
Los espasmos.

Contemplar tu desnudes
La bastedad
La piel del cielo,
atravieso la palidez de tus cirros,
De tus cúmulos,
Te abro
por tus estratos;
en el coito me aterro a tu espejo,
por repetirme infinitamente

Me evaporo                             entonces
en la plenitud del todo,
también nube
Hago figuras en la planicie
bordeo las costas
ahora eres la tierra,
amaso tus muslos
me aferro a tus senos,
Reniego la espera                    porque
te siento acender
mientras yo                             lluevo copiosamente en el mundo.

Nube de lluvia
En pleno sol.

Negra, eres cristal de nieve,
Gotas de agua
Suspendida en la cenit de mi habitación

Tú desnudes dispersa toda la luz visible
Por eso eres blanca
Eres gruesa y densa                por eso imposibilitas que penetre hasta el candil
Por eso te ves gris y negra,
Por eso estar en el amor                     es hacerte las nubes
Ser las nubes
Estarlas,

De todas tus nubes me entrego a planear las tormentas
Para afrontarme al letargo de destrozar la materia
Soy entonces terriblemente etéreo
Palabra, mente, ácido y memoria

En tu lecho de ciudad y de patria
Soy las nubes de Edimburgo
De Leningrado
De París, los llantos oscuros sobre la tormenta en el Caspio,
Soy la agonía en el Sahara,
Las lluvias nunca vistas en Tamarugal, Atacama,  
La sed, la noche y la tez.

Lluvias de dolor y de dulzura,
Nubes.
No puede haber lluvias sin nubes
Y tormentas sin rabo de nubes
Hay bocas atormentadas por falta de lluvias.


El beso de las nubes en los labios del mundo            guarece golondrinas,
Calcina el lenguaje                             ubica el corazón en las geografías;

Lascivia  el polen en todas las patas de las abejas,
En el temblor de todas las escarchas,
En el destino inevitable de las gotas,             en el rocío
                                                           En la resequedad otoñal
En el desodorante de todas las hojas             saudade
Yo, las nubes de este atardecer          caído, nubes
Pardas, hurañas, hilachas de mar
Milagro rojizo,                                    armadillo,
Todas las nubes Al este del Edén,
Todos mis besos del final en Cinema Paradiso,        
Esta carne trémula,

Este baile bajo tu lluvia.  

miércoles, 30 de marzo de 2016

La poesía como voz nueva


Seré breve y menos prosaico, por esa recomendación que ha signado este festival en el centro mismo del mundo, el 8vo encuentro de Poesía en Paralelo Cero, evento que acoge a poetas de Argentina, Chile, Colombia, Cuba, España, México, Filipinas, Bolivia, Guinea Ecuatorial y Honduras. Encuentro dedicado a dos figuras de las letras ecuatorianas: el poeta Fernando Cazón Vera y el escritor, Miguel Donoso Pareja de quien póstumamente recordamos hoy, 16 de marzo, un año de su partida.

El Libro: Ingenuidad, lenta comprensión, de engaño fácil, Pánfilo desde su crítica merece la lectura con urgencia, necesariamente debe un guiño al lector, para que tú, lector, seas quien consiga el poema, lo demás es triquiñuelas, artificios, vocaciones.

Diría que:  me gusta tanto el cine, esa otra forma de escritura, esa poética que también me hermana con la imagen en movimiento, por esa suerte de oficiarme en la fotografía, tantas horas en cinemaparadiso, enamorándome de Rita Hayworth, de Brigite Bardoth, de Marilyn Monroe, de Mónica Bellucci, de la tetona de Fellini, en fin, fue en el invierno de uno de estos años pasados cuando sucumbí a la enfermedad, misma que me obligó al silencio; entre la convalecencia miraba muy extasiado la película de Campanella “El secreto de sus ojos”, adaptación de la novela de Eduardo Sacheri, que por cierto mereció el gran premio de la Academia, pero son otras cosas que no importan.

En un diálogo de esta película esta la clave del título que da pie a este mi primer libro de poesía, y para azar benigno, merecedor del premio nacional de poesía.

"El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa de familia, de novia , de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar . No puede cambiar de pasión"

Esa misma pasión con la que creo en la poesía, en la literatura, en el cine, en la pintura, en la música. Ya lo sé, había escrito poesía como un poseso, desde los años alcanforados de la adolescencia, con esa misma timidez de justificar ese ejercicio íntimo de la condición humana: escribir simplemente, hace no menos un par de meses volví al libro lo tome por el cuello y decidí concluirlo, el azar me devolvía el rigor del hambre y el insomnio, el sistema me había obligado a meses sabáticos sin actividad laboral para desvelarme completamente en rutinas que iban desde el filo del nuevo día hasta clarear el sol, escribía para resistir, para no matar, para no matarme.

Escribir es un asunto de valentía, más aún si es poesía. “Uno debe tener mucho miedo al escribir, escribir no es un acto natural como lo es comer, dormir, hacer el amor, es un acto contra natura, en cierto modo es oponerle la escritura a la naturaleza finalmente”.

Decir que la naturaleza no se basta a sí misma, lo que es ya tremendo, sino que necesita otra realidad un añadido que es la imaginación literaria. La vida necesita un añadido, necesita otra realidad, entonces eso que denominamos destino confiere páginas, palabras, tinta, peligro generoso que acorrala al ser humano a tolerarse ético y recíproco.

El Poeta:

“Ese hombre de cabellera dispersa, no es otra cosa que el exhumador de un mundo antes irredento. Ha aprendido, sufriendo fórmulas mágicas que los otros desconocen: conjuros para evocar y recrear las danzas interiores.
                                                                                           
Razas sordomudas, perdidas en sus parajes profundos, cobran voz bruscamente y, desde el valle dormido bajo la niebla, ese coral suena iluminando regiones desoladas o magníficas.
Así, hasta que toda la tierra se convierte en eco.”
DE JUAN EDUARDO CIRLOT

Rengifo Robayo, que resulta ser el poeta, no es sino ese habitante disipado, una suerte de gentileza y alto a la rutina ensayística, y más aún a ese otra razón, para mí la primera: el periodismo.

Cuando Xavier Oquendo me había insistido al teléfono, en ese vértigo de las buenas noticias, porque uno tiene que darlas, era yo quién las recibía; según el fallo del jurado era el ganador del Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero, y tardé en creer que esa certeza me devolviera un poco más acá, pues lo reconozco, esto de la poesía es una cosa seria, te toca, te quema, no importa cómo ni cuándo, lo hace con sigilo.

Agradezco la gentileza del jurado y sus elogios para Pánfilo, a Marialuz Albuja, Vicente Robalino, Franklin Ordoñez; al rigor editorial de El Ángel, que coincidente me multiplica: por que mi nombre homónimo la editorial también me iguala, al personaje principal de la fiesta patrimonial de mi ciudad que me acerca íntegramente al personaje del Ángel; confabulación del universo, azar y tiempo, lo que sea; mi abrazo a Sandra Beraha por el adorno de amapolas en la portada de Pánfilo, a quienes en esta estancia me han brindado el cariño y fraternidad de la poesía, a todos por igual.

De donde vengo surgen nombres y poéticas que para mi generación han sido mayúsculas: Rivera Villavicencio, Torres Maclouft, Leonardo y Franklin Barriga López, José Rumazo, y los que a fuerza de necedad defiendo como la triada elemental de Félix Valencia Vizuete, del que reclamo debe ser incluido en el modernismo ecuatoriano porque no es menos y aun superior que los decapitados, la poesía citadina y social de Juan Abel Echeverría, y porque olvidar al genio de Atanasio Viteri Karolys.

Deseo compartir algunos textos inéditos y otros flamantes vástagos, en agradecimiento por este premio:

Panero[1]

 A: Adán, mi padre.
Lo reconozco sesgando asaz toda la mala poesía,
la maleza, la fatua, la mediocre poesía,
el tamo, las heces, las babas, la vulgar poesía.

Con la dulzura enconada va arrumando los versos
haciéndolos montón y montones,
poda adjetivos, figuras barrocas que pierden siendo tanto;
se lleva el antebrazo al sudor y corta por manojos
la caña bruta que serán ron y océano
para hundirse en busca de la verdadera poesía.

Adán, mi padre, germen del hombre, robusto y valiente,
arruma mis malos versos,
enciende hogueras para calentarse los huesos;
mira el camino que da a su casa
y ve caer el invierno con lluvias cada vez más tiernas,
nostalgia la selva,
sus manos abriendo zarzas en la breña,
sus manos haciendo sandalias,
recobrando todos los caminos, las cartas;
en el grial de su inocencia recobra la memoria
para aferrarse a las sílabas de su madre,
infante, inconsciente, aprende el oficio de renegar la maldita poesía,
reinventar, podar los rastrojos de esa infernal poesía.

Es mi padre, enormísimo, raíz y caldero,
es el mismo peón incendiando el aserrín de su roble;
injertado al carácter,
quise entrar en mí mismo y desenterrar a mi padre
ese desconocido que soy yo,
lo que no soy y no quiero ser,
la mala poesía,
la rutina de un hombre ardiendo despojos,
esperando su descendencia.

La cesta de pan llena en la mesa, panero,
mi padre lo sabe, por eso calla,
el silencio es el amor más profundo;
cree que su hijo –el poeta-
decidió escucharse en sus ecos,
descamisarse en un grito para exigir eternidad;
si partes padre, si decides irte,
¿quién quemará mis malos versos?
¿quién incendiará mi corazón con un nudo en la garganta?

¿Quién se mirará en tus ojos,
encendido?
Yo, panero, manantial y  espejo.


 Soy un poeta lejano[2]
del interior,
de a pie
un poeta que a más de escribir sobre el desamor
y el desalojo,
escribe de pie
las salvas de los caídos en batallas futuras

Soy un poeta minúsculo,
un poeta que no recibe becas,
ni besos por cartas,
sólo el esperpento escupitajo de la indiferencia;
un poeta abismal
íntimo,
un poeta al fin,
asfixiado por la única razón fulgurante de la palabra.

Un poeta de estas latitudes,
de un país indivisible,
tristísimo en su hambre de voces, de palabras.

Un poeta de estas latitudes,
de esta estirpe:
heredo de Linh ,de Garcilazo, de Rubén Darío,
de Parra, de Belano, de Cortázar,
de Borges, de Neruda, de Mistral,
de Pacheco, de Paz, de Bolaño,
de Monsivais, de Urondo, de Medardo Ángel Silva,
de Girondo, de Santiago, de Félix Valencia,  de Torres Makclouf,
de Arlt, de Jorge Enrique Adoum, como de tantos otros que se fueron.
Los innombrables, los necesarios.

Un poeta al fin
de la raza de César Vallejo.

Soy un poeta que no figurará en antologías,
en un catálogo,
en la academia.
Soy un poeta lejano,
(lo reconozco)
del interior,
(así lo siento)
de todas partes, arte poética de estación,
de aeropuerto,
de ciudad andina,
del ajenjo de las despedidas,
de las cartas y las ausencias.

Poeta al fin minúsculo y real,
poeta que se abre paso,
que levanta su voz para atender a su generación.





[1] Inédito. La fiebre del Ornitorrinco. Escrito entre 2010 & 2014. Dedicado a Flavio Adán Rengifo, mi padre.
[2] Publicado en Pánfilo, 2015.