A
tantos, a todos
que urgen de nuestra palabra
¿Quién
sabe qué ausencia?
¿Qué
nostalgias de mar?
Caminos
andados como un recuerdo viviremos,
Para
allá en el risco se estira tu voz, país.
El
tremor del ángel azotó la piel, la fe.
La
casa trisada en su columna,
Desecha,
la sangre en ruinas,
Yo
no sé de cierto
Pero
me dueles país,
Entre
grietas, afonías y llantos
¿Qué hemos perdido sino tu sonrisa?
Cómo
hemos quedado sino abrazados a la intemperie,
Sostenidos
de las manos;
Cae
todo cae y no perdona
Por
mitad del corazón
Pasea
tu pena y nuestro luto;
Un
cogollo de espinas en la garganta,
El
mismo ángel acurrucado y vahído
Revisando
el muelle con los ojos,
Brotan
vigores y éxodos
Para
buscar tu semilla entre las ruinas
Lejos
de esta orilla,
Renacidos,
lastimados
Puros.
Ay
país me dueles en coyunturas, huesos, y nudillos,
En
la médula de todos los años,
En
todos los silencios
En
donde reposan todos los colores,
Entonces
callo tanto como el rojo
Como
el azul, el negro, y este gris celaje desolado;
En
el aguacero que renacen los trigales,
En
la espuma difuminada de la playa
Donde
un par de huellas abren el sol a tus espaldas
Cada
vez que muere alguien algo de mí también muere
Despiértame,
no te despidas aún
Sé levadura y boca que grita,
Llanto,
lluvia;
A
veces el llanto se vuelve tanto
Que
no para de llover
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