viernes, 19 de noviembre de 2010

LOS AÑOS



El martes pasado murió a los 50 años el escritor y poeta chileno Roberto Bolaño. Para muchos, ya era el mejor escritor latinoamericano de estos tiempos. Autor de culto durante buena parte de su vida, a partir del Premio Rómulo Gallegos que ganó con su novela Los detectives salvajes en 1998, su obra se empezó a convertir en objeto de devoción para más de una generación. En los últimos tiempos, además de las entusiastas bienvenidas que le brindaban medios como Libération y Le Monde y personalidades como Susan Sontag, algunos ya hasta jugaban con la idea de verlo recibir un Nobel. En la misma semana de su muerte, la periodista Mónica Maristain publicó en la edición mexicana de Playboy esta larga entrevista en la que Bolaño habla de todo: la literatura, sus años en la pobreza, su fe en los lectores, la gramática de los desesperados, el paraíso imaginario y el infierno tan temido.


Me parece verlo todavía, su rostro marcado a fuego
en el horizonte
Un muchacho hermoso y valiente
Un poeta latinoamericano
Un perdedor nada preocupado por el dinero
Un hijo de las clases medias
Un lector de Rimbaud y de Oquendo de Amat
Un lector de Cardenal y de Nicanor Parra
Un lector de Enrique Lihn
Un tipo que se enamora locamente
y que al cabo de dos años está solo
pero piensa que no puede ser
que es imposible no acabar reuniéndose
otra vez con ella
Un vagabundo
Un pasaporte arrugado y manoseado y un sueño
que atraviesa puestos fronterizos
hundido en el légamo de su propia pesadilla
Un trabajador de temporada
Un santo selvático
Un poeta latinoamericano lejos de los poetas
latinoamericanos
Un tipo que folla y ama y vive aventuras agradables
y desagradables cada vez más lejos
del punto de partida
Un cuerpo azotado por el viento
Un cuento o una historia que casi todos han olvidado
Un tipo obstinado probablemente de sangre india
criolla o gallega
Una estatua que a veces sueña con volver a encontrar
el amor en una hora inesperada y terrible
Un lector de poesía
Un extranjero en Europa
Un hombre que pierde el pelo y los dientes
pero no el valor
Como si el valor valiera algo
Como si el valor fuera a devolverle
aquellos lejanos días de México
la juventud perdida y el amor
(Bueno, dijo, pongamos que acepto perder México y la juventud,
pero jamás el amor)
Un tipo con una extraña predisposición
a sobrevivir
Un poeta latinoamericano que al llegar la noche
se echa en su jergón y sueña
Un sueño maravilloso
que atraviesa países y años
Un sueño maravilloso
que atraviesa enfermedades y ausencias

Los perros románticos RB

martes, 16 de noviembre de 2010

El legado perpétuo de Dino de Laurentis



"Querida Clarice: Las estrellas que nos contemplan siguen siendo las mismas y los corderos que balaban aún no han callado. Sigues aquí conmigo, en este Palacio de la Memoria que construí para no olvidar.
Las palabras que lees he querido escribírtelas, como en todos tus cumpleaños, desde un lugar especial. Sitios en los que no has estado ni estarás pero que yo miro y acumulo para los dos. Aquí estoy pues en una pequeña ciudad costera de un país que ignoras. Estoy sentado en un jardín botánico escuchando para nosotros la única música que ha logrado conmoverme desde hace mucho tiempo. Estás sentada a mi lado, en esta silla vacía y la noche nos protege. Estamos a salvo, lejos de hombres que gritan, que exponen sus vidas estúpidas en móviles, que procrean pequeños tarados cuellicortos. Esa gente que entorpece, que sobra, que tendría que comerme y que no deseo hacerlo, tal es la repulsión que me producen, no están aquí. No olvides jamás que el día de tu cumpleaños quise estar aquí contigo para llenar la habitación donde vives, en mi Palacio de la Memoria…
Este que te ama, Hannibal Lecter."