La
figura política de Simón Bolívar a merecido estudios que han durado casi toda
la vida a sus biógrafos; pesquisas, interrogantes, metodologías exhaustas de
peregrinajes en archivos históricos de la mayoría de ciudades hispanoamericanas
donde se promulgaron cartas, manifiestos, y tanto en cuanto han documentado el
propósito de la política y pensamiento bolivariano. La historia conocida
excluye en sus cánones y referencias a quienes sumaron, o en su defecto
influyeron, en los propósitos desde el anonimato o a la sombra del Libertador.
A
pesar de la extensa obra de Bolívar existen limitaciones sobre las amistades e
influencias cercanas, los primeros amigos fueron con sus contemporáneos Mariano
y Tomas Montilla, Miguel Ustariz, Fernando Rodríguez del Toro, Leandro
Palacios, Juan Paz del Castillo, Juan Rodríguez del Toro, Domingo Ascanio,
Manuel de Mato, Esteban Escobar, Simón Rodríguez, el maestro del Libertador.
En
las tertulias en casa de los Ustariz se encontraba con frecuencia con Andrés
Bello; pero entre ellos no hubo una afectuosa relación de amistad, más bien
admiración y respeto, puesto que aun cuando Bello era muy joven, este dedicaba
muchas horas al estudio, a la lectura y la escritura, y desdeñaba todo cuanto
le alejara de su pasión por los libros.
De
sus compañeros de armas Bolívar, 33 años menor que Miranda, admiraba al
precursor y pese a las indicaciones en contra lo visitó en su residencia de
Londres; a éste lo invitó a que participara en la revolución iniciada en
Caracas, lo trató como un amigo de mayor edad y jerarquía. A Santander lo
conoció en los albores de la guerra, este fue considerado por el libertador
como el hombre de las leyes. Otros serían: Santiago Mariño y Manuel Piarn,
junto a José Francisco Bermúdez, Juan Bautista Arismendi, Antonio José de
Sucre, hombre de confianza; Rafael Urdaneta, y no menos importante Manuela Sáenz,
fiel servidora, consejera, amante del Libertador.
Sin
duda alguna el tema trasciende las limitaciones de este aporte y más bien deja
de manifiesto la importantísima intuición sobre quién o quiénes influenciaron
en el pensamiento de Bolívar y su ejercicio público como ideólogos o adeptos
políticos fundamentales que todo líder posee. Las figuras históricas
universales, fuera de especulaciones, fanatismos, o descabellados arribismos
intelectuales, tienen sus lealtades.