Sí. Magullado
por la luz
bañado por
tanta infancia;
y quién puede
decir que ya no está entre nosotros
que el pudor de
la muerte no permite pronunciar su nombre
su seudónimo,
quise conocer
como era de verdad un Poeta,
aunque sea menor
de las antologías,
un poeta como
él, cómplice y huraño,
lo busque
afiebrado entre el exilio y la memoria;
entre la
enfermedad y la serenidad del silencio.
Llueve, me
empapo, la tos me deja contra las cuerdas como su cuento
Como ese grillo
que perfuma la noche
Como esa
esperanza de corazón herido
Lánguido tropel
de mentiras
Que no puede
ser más cruel que la sandez humana.
Que ha de hacer
sino la palabra en manos de mi hermano:
Todas las
armas, todas las luchas,
Todos los
abrazos y las bienvenidas,
Entre la
decisión de partir y el amor a cuenta gotas
Porque ha de
callar el alfabeto de esta ausencia hermano,
Nos queda de
otra
La forma de
resistir ante la opresión, la privación, la masacre,
La misma
ruidosa y apática sentencia del olvido.
Las cosas al caer,
el chirrear de las bisagras de la puerta cancel
De las gentes
que nunca querrán aceptarte,
La petulancia
el jolgorio,
La ciudad
apartada
La partida
La vuelta
La impune
palabra atragantada en la tisis y el vómito
Este año
cumplirás cien
Y no quiero más
que acordarme que existís, que no es mentira
Que hayas
vuelto a ronronear por el tejado celeste
A despertar a
Fafner la dragona colosal
A disparar la
cámara y atrapar la vida
A tu
afrancesado gutural de pronunciar mil veces “Rayuela”
A poner un
disco de Parker,
A tararear la
canción de Solentiname
Bajas entonces
las escaleras por el espinazo de un dragón dormido
T cuesta
respirar así como a mi
Y se entonces
que la muerte es innecesaria
Que la
enfermedad tanto como el desamor son la misma cosa
Un presagio
para morir
Una conciencia
de que a lo lejos alguien dispara a matar,
El sollozo de
un preso que sueña en la vuelta.
Julio vive.
Todos somos
Julio, los Julios.
No hay nadie
Enormísimo Cronopio
Hay palabras
aulla
ntes, desatadas, ecos, sospechas,
Cimientos y
bóvedas