jueves, 10 de junio de 2010
OJOS DE PERRO AZUL, (está escrita la frase)
Y en la calle iba diciendo en voz alta, que era una manera de decirle a la única persona que habría podido entenderla:
«Yo soy la que llega a tus sueños todas las noches y te dice esto: ojos de perro azul». Y dijo que iba a los restaurantes y les decía a los mozos, antes de ordenar el pedido: «Ojos de perro azul».
(...)
«Yo trato de acordarme todos los días la frase con que debo encontrarte ―dije― . Ahora creo que mañana no lo olvidaré. Sin embargo, siempre he olvidado al despertar cuáles son las palabras con que puedo encontrarte». Y ella dijo: «Tú mismo las inventaste desde el primer día». Y yo le dije: «Las inventé porque te vi los ojos de ceniza. Pero nunca las recuerdo a la mañana siguiente . Y ella, con los puños cerrados junto al velador, respiró hondo: «Si por lo menos pudiera recordar ahora en qué ciudad lo he estado escribiendo».
El Gabo porfió su insinuante acoso, ahora cada vez que te sueño creo que estas cerca, demasiado cerca.Como si la frase estubiese escrita en el cristal de la ventana, derritiendose en escarcha, y esa ciudaddonde escribo fuese coincidencialmente esta.
MACONDO
En Macondo comprendí,
que al lugar donde haz ido feliz
no debieras tratar de volver.
J.Sabina
Ella me dijo, sin retirar la mano del velador: «Eso. Ya no lo olvidaremos nunca». Salió de la órbita suspirando: «Ojos de perro azul. He escrito eso por todas partes».
La vi caminar hacia el tocador. La vi aparecer en la luna circular del espejo mirándome ahora al final de una ida y vuelta de luz matemática. La vi seguir mirándome con sus grandes ojos de ceniza encendida: mirándome mientras abría la cajita enchapada de nácar rosado.
miércoles, 9 de junio de 2010
ALTA TRAICIÓN
¡AH! ESAS MUCHACHAS
Me gustan las muchachas del sur. Tienen las piernas bronceadas y fuertes de tanto subir y bajar las colinas de sus barrios. Feroces lobas para hacerlo en el auto o en el baño del bar. Tampoco es que se enamoren así porque sí. Aunque un día pasarán sobre el cadáver de quien se ponga al frente, con tal de ir tras el más ruin y truhán de los muchachos, por el puro amor que sienten por él.
¡Cómo me gustan esas muchachas!
EDWIN MADRID, Poeta y amigo.
martes, 8 de junio de 2010
LA MIRADA DEL ÁNGEL
Adiós a Bolívar Echeverría
En un amor, la mayoría busca una patria eterna. Otros, aunque muy pocos, un eterno viajar. Estos últimos son melancólicos que tienen que rehuir el contacto con la madre tierra. Buscan a quien mantenga alejada de ellos la melancolía de la patria. Y le guardan fidelidad. Los tratados medievales sobre los humores saben de la apetencia de viajes largos de este tipo de gente.”
Tomado de Dirección única, de Walter Benjamin; ese otro colosal ángel exterminador que aupó mi ánimo de creer en los libros, en los libres, en las cosas.
Lamento escribir la noticia del fallecimiento de un amigo, y maestro, de quien aprendí a corresponder una nostalgia por esos jóvenes de Frankfort, por aquellos albores de París o Tlatelolco, por una tarde conversando sobre la ternura del conocimiento en Quito, paseando por los anaqueles de Librimundi.
El filósofo ecuatoriano radicado en México, Bolívar Echeverría, ganador de la II Edición del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, falleció el pasado sábado a los 69 años de edad víctima de un infarto cardiaco. Sus restos fueron incinerados ayer.
Coincidimos en un evento en la Universidad Andina Simón Bolivar, entonces mi admiración se convertiría en una complicidad cuando le participé un ensayo sobre el Laberinto de la soledad de Octavio Paz meramente adaptado a una sociedad ecuatoriana de inicios de siglo.
Luego recibí esporádicos correos electrónicos sobre su oba Vuelta de siglo. Bolivar Echeverría ganó el premio UNAM a la Docencia (México, 1997) y Premio Libertador al Pensamiento Crítico (Caracas, 2007).
Henry Miller, 30 años de la muerte del ‘Niño Terrible’ de la literatura
“Hay que darle un sentido a la vida, por el hecho mismo de que carece de sentido”.
Henry Miller
Hubo una época en que los adolescentes para demostrar su espíritu de transgresión decían, sueltos de lengua, que habían leído Los Trópicos, de Henry Miller, algo osado para la mayoría. La obra de este autor estuvo por décadas estigmatizada con el mote de literatura porno y prohibida en las bibliotecas. Corrió similar destino que la de otros otros autores, como el Marques de Sade, D.H. Lawrence o Anaís Nin, a quienes los enmarcaron en la llamada literatura erótica.
Miller representa la antítesis del llamado estilo de vida americano, al que él odiaba, por considerarlo decadente, hipócrita y mojigato. Se convirtió en su más encarnizado detractor y enrumbó sus dardos contra sus pilares: la familia, la religión y el orden social. Sus escritos eran bofetadas contra el conformismo y la sociedad puritana, y sus herramientas para la mofa eran el sexo crudo y duro y la mordacidad del lenguaje.
Henry Valentine Miller nació en Brooklyn, Nueva York, el 26 de diciembre de 1891. Sus primeros años transcurrieron viviendo en medio de la pobreza de esa ciudad, a la que le profesaba sentimientos de amor y odio. Se matriculó en el City College y en la Universidad de Cornell, pero abandonó los estudios y se dedicó a diversos oficios, como asistente en una oficina postal o ayudante de construcción.
Para un espíritu inquieto e indomable como el de Miller, ser engullido por el sistema era algo inaceptable, así que abandonó los Estados Unidos para buscar suerte y aventuras en Europa y, sobre todo, buscar la manera de convertirse en escritor. Su llegada a París en 1930 fue una de las etapas más fructíferas de su vida y de la literatura. En esa ciudad comenzó a germinar su talento como escritor. En la Ciudad Luz durmió en parques o compartió habitación y comida con algunos amigos. A duras penas ganó algo de dinero dando clases de inglés a emigrantes extranjeros. La marginalidad fue la forma de vivir más divertida para él, fue la forma de verse libre de ataduras de cualquier tipo. Fue la libertad que tanto ansiaba, que le permitió hacer lo único que le interesaba: escribir.
Se rodeó de intelectuales como Anais Nin, Gilberte Brassai y Alfred Perlés, que lo impulsaron a escribir. Producto de ello salió su primera obra, Trópico de Cáncer (1934), con prólogo de Nin. Ella, aparte de ser su mentora literaria, se convirtió en su amante. Tuvieron una relación tormentosa, mezcla de sexo y amor por el arte. La misma Nin describiría esta relación en su obra Henry y June.
Luego Miller escribió Trópico de Capricornio (1939), su obra más conocida. El primer Trópico fue prohibido en Estados Unidos por considerarlo obsceno y le valió un juicio a su autor por pornografía.
Los trópicos son una descripción bizarra de ciudades como París y Nueva York, pero Miller las utiliza como escenario para sus vivencias autobiográficas, mostrándolas como receptáculos de perdedores, malvivientes y toda clase de charlatanes. Las aleja de ese mundo de postales turísticas. En ellas se muestran ambientes sórdidos, oscuros. Es el mundo de los prostíbulos, cafés de mala muerte y de la bohemia. El sexo lo utilizó como elemento de transgresión y está presente en toda su obra. Otra característica que Miller plasmó en sus novelas es la ausencia de estructuras narrativas clásicas. Forma un collage desordenado desbordante de furia, virilidad y hedonismo.
Posterior a su salida de Francia (1940) volvió a Estados Unidos para dedicarse por entero a escribir. De su pluma salieron obras como El coloso de Marussi (1941) sobre su visita a Grecia, a lo que seguiría la trilogía La crucifixión Rosa, compuesta por Sexus (1949), Plexus (1953) y Nexus (1960), una nueva mirada ácida y con un lenguaje crudo y descriptivo sobre el mundo del sexo, su inestabilidad matrimonial (en donde menciona el divorcio de su primera relación y su relación con June Mansfield con la que luego se terminaría casando) y la crítica social al american way life, al que nunca dejaría de señalar con dedo acusador.
Por su estilo directo y libre se convirtió en una especie de patriarca de la llamada generación beat, encabezada por Jack Kerouc, Allen Gisberg, William Burroughts y en precursor indiscutido del movimiento de liberación sexual de los 60 y en un ardiente defensor de la libertad de expresión por su lucha contra toda forma de censura. Su obra sigue generando controversia. Miller falleció el 7 de junio de 1980 en California.
martes, 1 de junio de 2010
CAPITULO II
Mira y las dimensiones de Comala
ULLOA Y LA CASA DONDE VIVÓ LA INFANCIA
En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.
J. Sabina.
Comala en primer lugar, es una síntesis de muchos de muchos pueblos de la tierra que se iban quedando abandonados y donde-según palabras de Rulfo-“los vivos están rodeados de muertos”.
Centrada en una sociedad rural arcaica y de tipo feudal. Pero su significación no se agota con estas facetas testimoniales. Las dimensiones de Comala son múltiples. Se ha hablado de tres Comalas: la Comala soñada o ideal, la Comala “real” o de Pedro Páramo, y la Comala muerta o “infernal”.
Francisco Ulloa nació por vericueto o azar en Mira, que para ese entonces era una parroquia del cantón Tulcán, provincia de Carchi. Mira posee ese aire trasnochado y el reiterado paisaje de la obra de Telmo Herrera. Calles y trazados lineales que circundan a partir de la plaza central. Su casa de infancia quedaba en la esquina de la plaza, hoy parque central.
La ciudad de Mira, es la cabecera del cantón Mira, ubicada en un lugar preferencial al sur occidente de la provincia del Carchi. Se encuentra comunicada por una carretera de primer orden; separándola apenas 45 km de la ciudad de Ibarra y 135 km de Tulcán.
Mira podría llamarse Comala, Macondo, Santa María, o por si sola Mira. Como sea un lugar escondido en la planicie mágica al norte del mapa ecuatorial. La ciudad y el año de nacimiento coincidía sin duda a esos pueblos sin ruidos”, “casas vacías”, “ecos”, “murmullos”... Luego esa Mira tan distinta de un paraíso se nos desdobla a su vez en dos. Casa, amigos, hogar, hermanos, juegos, escapadas a los llanos, zapatos roídos por la tierra agreste, faenas de siembras y cosechas, los atardeceres y las primeras inquietudes infantiles.
Mira se extendía a varias cuadras, todos se conocían, uno sabía cuando era navidad por el olor espeso a dulce de pristiños en los aires, o sabía que el calor poseía cada polvareda en el aire al caer de granos secos aventados y era el verano que siempre duraba.
FELIZ DÍA DEL NIÑO
No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal. Opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.
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