Adiós a Bolívar Echeverría
En un amor, la mayoría busca una patria eterna. Otros, aunque muy pocos, un eterno viajar. Estos últimos son melancólicos que tienen que rehuir el contacto con la madre tierra. Buscan a quien mantenga alejada de ellos la melancolía de la patria. Y le guardan fidelidad. Los tratados medievales sobre los humores saben de la apetencia de viajes largos de este tipo de gente.”
Tomado de Dirección única, de Walter Benjamin; ese otro colosal ángel exterminador que aupó mi ánimo de creer en los libros, en los libres, en las cosas.
Lamento escribir la noticia del fallecimiento de un amigo, y maestro, de quien aprendí a corresponder una nostalgia por esos jóvenes de Frankfort, por aquellos albores de París o Tlatelolco, por una tarde conversando sobre la ternura del conocimiento en Quito, paseando por los anaqueles de Librimundi.
El filósofo ecuatoriano radicado en México, Bolívar Echeverría, ganador de la II Edición del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, falleció el pasado sábado a los 69 años de edad víctima de un infarto cardiaco. Sus restos fueron incinerados ayer.
Coincidimos en un evento en la Universidad Andina Simón Bolivar, entonces mi admiración se convertiría en una complicidad cuando le participé un ensayo sobre el Laberinto de la soledad de Octavio Paz meramente adaptado a una sociedad ecuatoriana de inicios de siglo.
Luego recibí esporádicos correos electrónicos sobre su oba Vuelta de siglo. Bolivar Echeverría ganó el premio UNAM a la Docencia (México, 1997) y Premio Libertador al Pensamiento Crítico (Caracas, 2007).
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