martes, 1 de junio de 2010

CAPITULO II


Mira y las dimensiones de Comala
ULLOA Y LA CASA DONDE VIVÓ LA INFANCIA


En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.
J. Sabina.


Comala en primer lugar, es una síntesis de muchos de muchos pueblos de la tierra que se iban quedando abandonados y donde-según palabras de Rulfo-“los vivos están rodeados de muertos”.
Centrada en una sociedad rural arcaica y de tipo feudal. Pero su significación no se agota con estas facetas testimoniales. Las dimensiones de Comala son múltiples. Se ha hablado de tres Comalas: la Comala soñada o ideal, la Comala “real” o de Pedro Páramo, y la Comala muerta o “infernal”.

Francisco Ulloa nació por vericueto o azar en Mira, que para ese entonces era una parroquia del cantón Tulcán, provincia de Carchi. Mira posee ese aire trasnochado y el reiterado paisaje de la obra de Telmo Herrera. Calles y trazados lineales que circundan a partir de la plaza central. Su casa de infancia quedaba en la esquina de la plaza, hoy parque central.

La ciudad de Mira, es la cabecera del cantón Mira, ubicada en un lugar preferencial al sur occidente de la provincia del Carchi. Se encuentra comunicada por una carretera de primer orden; separándola apenas 45 km de la ciudad de Ibarra y 135 km de Tulcán.

Mira podría llamarse Comala, Macondo, Santa María, o por si sola Mira. Como sea un lugar escondido en la planicie mágica al norte del mapa ecuatorial. La ciudad y el año de nacimiento coincidía sin duda a esos pueblos sin ruidos”, “casas vacías”, “ecos”, “murmullos”... Luego esa Mira tan distinta de un paraíso se nos desdobla a su vez en dos. Casa, amigos, hogar, hermanos, juegos, escapadas a los llanos, zapatos roídos por la tierra agreste, faenas de siembras y cosechas, los atardeceres y las primeras inquietudes infantiles.

Mira se extendía a varias cuadras, todos se conocían, uno sabía cuando era navidad por el olor espeso a dulce de pristiños en los aires, o sabía que el calor poseía cada polvareda en el aire al caer de granos secos aventados y era el verano que siempre duraba.

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