viernes, 9 de noviembre de 2012

Rivera Villavicencio apostol de las letras locales


Se ha generado una movilidad cultural e intelectual necesaria y urgente, en esta suma de acertadas intenciones, no se puede dejar de lado el reconocimiento al empeño animoso del escritor latacungueño Oswaldo Rivera Villavicencio que ha presentado la obra “Eloy Alfaro Delgado”.
Nutricia acción editorial sobre un tema continuo y conmemorativo de la “única revolución que se ha fraguado en el Ecuador”; como advierte su epílogo: la gestión del “viejo luchador” y su accionar ideológico, político y social como sus rasgos humanos más destacados se evidencian a lo largo de esta publicación.
El compromiso intelectual deviene en la suma de destacar, rescatar y argumentar los acontecimientos y valores humanos de nuestros días patrios, Rivera Villavicencio se destaca por su amplia y renovada producción editorial de largo aliento que de manera objetiva concurre al análisis, a la coyuntura y el argumento ensayístico que en este caso es de Alfaro y el liberalismo.
Ha publicado varias obras de filosofía, biografía, literatura, historia, cultura popular, ensayos y crítica literaria que sumados superan los treinta títulos; es de vital importancia reconocer de manera oficial la labor incansable, decidida y vigorosa de este intelectual.
Nació en Latacunga un 13 junio de 1930, hijo de Rómulo Rivera (quien fuera Secretario del Municipio de Ambato) y Ana María Villavicencio Toro, es Licenciado en Ciencias de la Educación, especializado en Filosofía, ha ocupado cargos importantes como rector de los Institutos “Vicente León”, “Simón Rodríguez” y “Victoria Vásconez Cuvi”, ejerció la administración cultural como Presidente de la Casa de la Cultura Núcleo de Cotopaxi en el año 1972.
El gesto de congratulación y reconocimiento para Rivera Villavicencio se demostró con la presencia del público en el evento de presentación de la obra mencionada que al mismo tiempo aplaudió y compartió emotivamente gratos momentos con el autor al cual nos enorgullece contar con su amistad y asistencia en inquietudes y acciones a favor de la cultura.
Lucidez, apoteosis, y sobre todo una convicción alentadora para el trabajo que realiza la Casa de Carrión en el plano editorial.
 

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