El fotógrafo debe tener una cualidad insospechada: pasar desapercibido
del entorno, eso significa además estar en el momento y lugar
apropiados. En el más estricto sentido etimológico la fotografía
significa dibujar con la luz, conocerla, dominarla, incluso que desde el
entender metafísico de la fotografía sea entendido como el ser humano
como ser de luz.
Resulta pudoroso ahora admitir que cualquiera se llame a si mismo fotógrafo por el simple gesto de disparar a discreción, y esto en el sentido menos figurado, matando la noción del oficio de alquimista o depreciando la estética por la estética en un sentimiento parricida y casi suicida de atinar una imagen bien lograda por el exceso de la edición en PhotoShop o peor aún de los virtuosismos de la tecnología.
Los fotógrafos han sido los adecuados ilustradores de la historia, sin ellos los daguerrotipos o aquellos enfoques y películas de ciudades y gentes no hubieran sido el maniqueísmo del ícono o aun más evidente lo imprescindible en el génesis de la imagen en movimiento que es el cine, hermano mayor y séptimo arte.
La iluminación, la composición. La exposición, el uso manual, y otros términos fundamentales deben ser dominados por este anfibio, deben acoplarse y entallar de múltiples maneras incluso a las tendencias dialécticas por rescatar este maravilloso oficio.
Me pregunto qué sería del ícono de las izquierdas latinoamericanas si Korda no hubiese atinado la fotografía de Ernesto Guevara ante el evento del muelle de la Habana en pleno apogeo de su revolución y que hoy esta inserto en el imaginario colectivo como prototipo del irreverente, del revolucionario tradicional?
La fotografía es un asunto elemental, por lo mismo, debe exigirse en la tarea más conspicua de la observación; el fotógrafo es el ojo crítico y analítico del entorno, su involucramiento hace parte de lo trascendental incluido esa vacua letanía de que la imagen es políglota y dice más de un millar de palabras.
Qué quiero entonces decir con mi oficio, si el anfibio resulta tuerto, o da palos de ciego por hobbie o afición resulta denigrante.
Habrá que entender a la fotografía como una de las bellas artes, y como me replicaba un profesor de este apasionante mundo, en la fotografía el problema no es la flecha sino el indio. Es decir por más sofisticado que sea el equipo el asunto es el dominio y perfección del anfibio (fotógrafo).
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