Los
días posteriores a la fecha constitucional de la creación del diario La Hora
están insertos a la médula vital de la historia democrática del Ecuador, sin
duda, en este mismo concierto su accionar ético de gran valía aportó a derechos
fundamentales como la libertad de expresión, la militancia, motivadores de la
labor tesonera de quienes sostienen este proyecto denodado y visionario de que
el periodismo no es una travesura de rebeldes sin causa. Es el manejo de
realidades, con apoyo en la palabra y en la responsabilidad que apunta a la
dignidad.
Su
sola presencia en estos años como accionar regional y provincial sustenta los
principios del liberalismo ecuatoriano y se compromete con la defensa de la
libertad de expresión, opinión, información, en tiempos difíciles como los
actuales donde el acoso y otros excesos del poder advierten la resistencia y la
dignidad.
Latacunga
en su constitución y sentido de la democracia o de las democracias, como define
A. Touraine, ve consolidada en la creación de su primer periódico y es a Carlo
Cassola a quien se debe la fundación en Latacunga de La Civilización “periódico
científico artístico agrícola, metalúrgico, manufacturero, comercial y
literario”, que salía cada quince días y que circuló 1856.
Carlo
Cassola di Lucca, científico y educador, nació en Nápoles el 3 de noviembre de
1.828. El 3 de noviembre de 1.855 llega a Latacunga, contratado por el Gobierno
del Ecuador para la creación de la cátedra de Química y Física en el colegio de
San Vicente (actual “Vicente León”).
“La
Civilización” publicó su primer número el 1° de noviembre de 1856, además de
ello instaló los laboratorios de física y química en el mencionado colegio.
Desde un principio el Profesor Cassola logró establecer agencias fuera de Latacunga,
en Quito, Ibarra, Otavalo, Esmeraldas, Ambato, Riobamba, Guano, Cuenca,
Guayaquil, Loja, Manabí, y Guaranda, dando pruebas de su increíble dinamismo.
Con
anterioridad, en 1851, se habría fundado en Latacunga el periódico “Restauración”,
de carácter político, cuyo lema era “atended más a lo que se os calle, que a lo
que se os dice; a lo que se os oculta, que a lo que se descubre.” (Cramenín L.)
cita del jurista francés que tuvo tanta influencia para la época.
Infortunadamente
no existen ejemplares de este periódico donde sería obvio como la Biblioteca
del Colegio Vicente León donde se editaba en su imprenta, ni en el museo de la
casa de los Marqueses en Latacunga; a esta referencia corrobora Gustavo Pérez
Ramírez, en su obra del Vesubio al Cotopaxi, debemos reafirmar la memoria como
ineludible.
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