Por: Francisco Ulloa Enríquez para Cotopaxinoticias.com (O)
Que la versión 2016 del Concurso Nacional de Poesía Paralelo Cero tenga como ganador a Miguelángel Rengifo Robayo, con su poemario “Pánfilo”, es la confirmación de su extraordinaria sensibilidad y capacidad creativa.
La nota de prensa que recoge esta información para satisfacción y orgullo de Cotopaxi y de manera particular de Latacunga, dice:
“Poeta latacungueño es premiado en la edición nacional:
El 15 diciembre de 2015, un jurado compuesto por Marialuz Albuja, Vicente Robalino y Franklin Ordóñez preseleccionó a 18 poemarios de un total de 43 para la edición nacional del Paralelo Cero 2016, organizado por la editorial El Ángel. El ganador fue el autor latacungueño Miguel Ángel Rengifo, quien presentó el libro Pánfilo, firmado bajo el seudónimo de Vittorio Santi.
Sobre la obra, el jurado dijo: [Desde el punto de vista temático, este poemario combina, de manera sutil, el motivo urbano y el de una relación amorosa, pues la ciudad es, al mismo tiempo, la mujer amada y el espacio que evoca los encuentros y desencuentros de dicha relación. Desde la perspectiva de la construcción poética, este poemario logra crear un sistema imaginario translúcido, encargado de refractar el mundo poetizado]. Los derechos de autor de las obras premiadas se los entregará al ganador, con la cantidad de 150 ejemplares del libro publicado. Además, ambos participarán en el Octavo Encuentro Internacional de Poetas ‘Poesía en Paralelo Cero’, edición 2016”.
Para intentar conocer al poeta premiado, es necesario transitar por los personajes de los cuentos de Cronopios y Famas de Cortázar. “No es fácil ser cronopio. Lo sé por razones profundas, por haber tratado de serlo a lo largo de mi vida; conozco los fracasos, las renuncias y las traiciones. Ser fama o esperanza es simple, basta con dejarse ir y la vida hace el resto. Ser cronopio es contrapelo, contraluz, contranovela, contradanza, contratodo, contrabajo, contrafagote, contra y recontra cada día contra cada cosa que los demás aceptan y que tienen fuerza de ley”.
Miguelángel es un “Letracronopio mayor” que busca a través de la ingenuidad de “Pánfilo”, llevarnos a valorar y amar a la tierra de nuestra querencia y a la mujer de nuestros sueños y desvelos. El vuelo de su pluma es alto, solitario y en peligro como nuestro cóndor andino y telúrico, ardiente en su alma y fríamente cerebral como nuestro volcán tutelar, el Cotopaxi. Consigue que las palabras alcancen aun cuando lo que hay que decir desborde el alma.
Para interiorizar la profundidad del mensaje de este poeta laureado, lo mejor es tomar sus propias reflexiones publicadas en Diario La Hora, en su artículo de noviembre del 2011, bajo el título:El oficio de escribir,
“Uno debe tener mucho miedo al escribir, escribir no es un acto natural como lo es comer, dormir, hacer el amor, es un acto contranatura, en cierto modo es oponerle la escritura a la naturaleza finalmente.
Decir que la naturaleza no se basta a sí misma, lo que es ya tremendo, sino que necesita otra realidad un añadido que es la imaginación literaria. La vida necesita un añadido, necesita otra realidad, entonces eso que denominamos destino confiere páginas, palabras, tinta, peligro generoso que acorrala al ser humano a tolerarse ético y recíproco.
Escribir es un acto peligroso y lo demuestra el hecho de que si uno cree que la escritura es inofensiva basta presentar un texto, lo peligroso que puede ser ante los ojos de una dictadura.
El escritor que merece el parentesco del periodista, aunque no son lo mismo y tengan el mismo pelaje, soslaya la realidad en la reflexión prima de este texto. Escribir es un acto contranatura y vital de perseverar.
Una operación minuciosa y quirúrgica que refiere dedicación y una pulcritud ética. A veces cuando el periodista o el escritor inca el bisturí sobre la pus, cercena y mutila la carroña para salvar la vida, que sea decir lo honesto del oficio.
Esa gangrena que corroe la carne sana y que fatiga la verdadera labor más que las intenciones sobrepasan la voluntad y el deseo. Defender la verdad y la libertad más allá de la retórica. La palabra no es ortodoxa, siempre es disidente.
El referente periodístico de Ryszard Kapuscinski, que falleciera hace unos años atrás, sostenía en sus esencias argumentales sobre el particular del oficio de escribir. Citas textuales que he aprendido. Espiar este mundo con menos cinismo, coger las maletas con menos gravedad y dramatismo, aprender a pestañear menos en las madrugadas con los libros.
He aprendido que la soledad puede ser una bendición para un cronista, que todos perdemos en las guerras y que en ellas la mayoría de periodistas terminamos siendo mercenarios, que este mundo está cada vez más desierto de periodistas testigos y mundanos.
Que para ganar algo hay que perder demasiadas cosas, y muchas de las veces el miedo”.
Estas reflexiones me obligan a parafrasear a uno de los escritores favoritos de Miguelángel, el colombiano García Márquez, con él podemos afirmar que “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”.
Los poetas, seres humanos de alta sensibilidad, mutuamente se influyen y viven muchas vidas y cuentan muchas más, por ello en Rengifo Robayo podemos encontrar al “Ángel de la Estrella” de la Mama Negra, que consigue en los escritos de Guillén la fortaleza de la negritud para no únicamente sobrevivir sino hacer de la supervivencia el mecanismo idóneo para acompañados de las sonoras percusiones de su tambores, bombas y marimbas cantar y bailar sus desventuras. En los poemas de Medardo Ángel Silva, la tragedia de la vida y las añoranzas de la generación de los decapitados, en esa misma línea se inscriben las creaciones del cotopaxense Félix Valencia, al que Rengifo ha estudiado detenidamente. Podría nombrar a Benedetti, Neruda, Vallejo, Paz, Martí, Rubén Darío, como referenciales para nuestro vate.
Al amigo poeta y a nuestros lectores, tomando prestada la pluma de Galeano en su libro De los abrazos, quisiera decirles que: “De nuestros miedos nacen nuestros corajes y en nuestras dudas viven nuestras certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible
y los delirios otra razón. En los extravíos
nos esperan hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse”.
El premio alcanzado por Miguelángel es la confirmación de algo que sabíamos hace tiempo y que un jurado nacional, hoy, lo reconoce; su trabajo literario es una referencia fresca en el decurso de la segunda década de un siglo XXI que no precisamente privilegia las cuestiones del alma y del espíritu creativo, es por ello que confío que el GAD de Latacunga, sabrá por sobra de merecimientos otorgarle la máxima presea, en este año, al mérito cultural.
Para cerrar este artículo generado en el sano orgullo por el amigo sincero que triunfa, invito, a todos aquellos que se aventuran a enfrentar el reto del papel en blanco para en este plasmar su pensamiento, a nunca olvidar qué se debe hacer; por lo que acojo las palabras fundamentales de Nicolás Guillén “…que tu vida sea
campana que repique
o surco en que florezca y fructifique
el árbol luminoso de la idea.
Alza tu voz sobre la voz sin nombre
de todos los demás, y haz que se vea
junto al poeta, el hombre”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario