viernes, 9 de noviembre de 2012

Rivera Villavicencio apostol de las letras locales


Se ha generado una movilidad cultural e intelectual necesaria y urgente, en esta suma de acertadas intenciones, no se puede dejar de lado el reconocimiento al empeño animoso del escritor latacungueño Oswaldo Rivera Villavicencio que ha presentado la obra “Eloy Alfaro Delgado”.
Nutricia acción editorial sobre un tema continuo y conmemorativo de la “única revolución que se ha fraguado en el Ecuador”; como advierte su epílogo: la gestión del “viejo luchador” y su accionar ideológico, político y social como sus rasgos humanos más destacados se evidencian a lo largo de esta publicación.
El compromiso intelectual deviene en la suma de destacar, rescatar y argumentar los acontecimientos y valores humanos de nuestros días patrios, Rivera Villavicencio se destaca por su amplia y renovada producción editorial de largo aliento que de manera objetiva concurre al análisis, a la coyuntura y el argumento ensayístico que en este caso es de Alfaro y el liberalismo.
Ha publicado varias obras de filosofía, biografía, literatura, historia, cultura popular, ensayos y crítica literaria que sumados superan los treinta títulos; es de vital importancia reconocer de manera oficial la labor incansable, decidida y vigorosa de este intelectual.
Nació en Latacunga un 13 junio de 1930, hijo de Rómulo Rivera (quien fuera Secretario del Municipio de Ambato) y Ana María Villavicencio Toro, es Licenciado en Ciencias de la Educación, especializado en Filosofía, ha ocupado cargos importantes como rector de los Institutos “Vicente León”, “Simón Rodríguez” y “Victoria Vásconez Cuvi”, ejerció la administración cultural como Presidente de la Casa de la Cultura Núcleo de Cotopaxi en el año 1972.
El gesto de congratulación y reconocimiento para Rivera Villavicencio se demostró con la presencia del público en el evento de presentación de la obra mencionada que al mismo tiempo aplaudió y compartió emotivamente gratos momentos con el autor al cual nos enorgullece contar con su amistad y asistencia en inquietudes y acciones a favor de la cultura.
Lucidez, apoteosis, y sobre todo una convicción alentadora para el trabajo que realiza la Casa de Carrión en el plano editorial.
 

martes, 30 de octubre de 2012

El arte anfibio

El fotógrafo debe tener una cualidad insospechada: pasar desapercibido del entorno, eso significa además estar en el momento y lugar apropiados. En el más estricto sentido etimológico la fotografía significa dibujar con la luz, conocerla, dominarla, incluso que desde el entender metafísico de la fotografía sea entendido como el ser humano como ser de luz.

Resulta pudoroso ahora admitir que cualquiera se llame a si mismo fotógrafo por el simple gesto de disparar a discreción, y esto en el sentido menos figurado, matando la noción del oficio de alquimista o depreciando la estética por la estética en un sentimiento parricida y casi suicida de atinar una imagen bien lograda por el exceso de la edición en PhotoShop o peor aún de los virtuosismos de la tecnología.

Los fotógrafos han sido los adecuados ilustradores de la historia, sin ellos los daguerrotipos o aquellos enfoques y películas de ciudades y gentes no hubieran sido el maniqueísmo del ícono o aun más evidente lo imprescindible en el génesis de la imagen en movimiento que es el cine, hermano mayor y séptimo arte.

La iluminación, la composición. La exposición, el uso manual, y otros términos fundamentales deben ser dominados por este anfibio, deben acoplarse y entallar de múltiples maneras incluso a las tendencias dialécticas por rescatar este maravilloso oficio.
Me pregunto qué sería del ícono de las izquierdas latinoamericanas si Korda no hubiese atinado la fotografía de Ernesto Guevara ante el evento del muelle de la Habana en pleno apogeo de su revolución y que hoy esta inserto en el imaginario colectivo como prototipo del irreverente, del revolucionario tradicional?

La fotografía es un asunto elemental, por lo mismo, debe exigirse en la tarea más conspicua de la observación; el fotógrafo es el ojo crítico y analítico del entorno, su involucramiento hace parte de lo trascendental incluido esa vacua letanía de que la imagen es políglota y dice más de un millar de palabras.

Qué quiero entonces decir con mi oficio, si el anfibio resulta tuerto, o da palos de ciego por hobbie o afición resulta denigrante.

Habrá que entender a la fotografía como una de las bellas artes, y como me replicaba un profesor de este apasionante mundo, en la fotografía el problema no es la flecha sino el indio. Es decir por más sofisticado que sea el equipo el asunto es el dominio y perfección del anfibio (fotógrafo).

LAS DESPEDIDAS



Paco Estrada se examinaba en una fotografía de los cincuentas cuando había radicado la Valencia de la postguerra, aún Franco tenía la similitud con el sarro sobre la alcantarilla insospechablemente inequívoco. Bizarro, irreal, trastocado, una fotografía de los años donde conoció a Caín Rodríguez Cunga, al boliviano y claro el recuerdo de Santiago Nazca a quien le decían Pájaro, el Pájaro Nazca, una suerte de diatriba y enjundia de  exiliados.
Pasea con los dedos el papel fotográfico sin fecha, debe ser el verano que recorrió hasta Huelva, y pernoctó al amparo de una familia de facundos y que pudo haberse vibrado el tiempo si aquel silencio pastoso del amarillo no refiriera que es otro lapso donde nadie es lo que parece ser a simple vista.
Han pasado cincuenta años en que el aficionado, el del golpe sin explicaciones tediosas sobre la vida o la muerte, sobre los asesinos enquistados en la solución obtenida hurga en mitad de la noche la fatiga de recordar el primer cumpleaños de su hijo, atravesar la avenida volver nuevamente al cause, empachar las cuentas y cuadrarlas, mirar sobre el cristal las gotas de las lluvias; recordar hechos y descartar traiciones, la mañana que de vuelta a casa vio por última vez a su madre despedirse desde lejos como diciendo, como creyendo que las vueltas a casa siempre reconfortan.
Lo escrito mañana. Paco es más bien un escritor a cuenta gotas, un personaje ruidoso, un escándalo fecundo, autobiográfico como su carcajada, un hombre que hace y deshace madejas y palabras, polemista ubicuo, destructor de moldes, es irrepetible leerlo cada vez se inventa en su afán; ha sido tímido a la vez, ese pudor intelectual que nunca es modestia sino tácito imperturbable.
Un buen día en el café ante Lucas Cando sorbía  levemente el anís  mientras Vittorio sostenía el ultimo pitillo rubio en su mano derecha buscando el encendedor en los bolsillos del saco. Paco sostenía afiebrado sobre el sentido insurgente del título del  libro sobre los  adioses, las renuncias irrepetibles de dejar que la nostalgia invada como la lluvia en las suelas andadas, mordientes; le impresionó tanto que al rebelde Huatey, en el eje de la conquista española, sus captores le pondrían a elegir si se convertía al Cristianismo lo ahorcarían no sufriría e iría al cielo, si no se convertía al cristianismo lo quemarían con leña verde y sufriría mucho e iría al infierno. Huatey preguntó ¿en el cielo hay españoles? Le dijeron que sí. Él dijó entonces: ¡leña verde!.
Inutilizado terminó titulando un mal al fin y decidió decirlo de frente como un grito, siguió escribiendo y cuando me lo mostró terminé aceptando casi como un enfermo de la literatura, con un cierto aire de fetichista de acertar inundado de lealtades y en definitiva preguntándome si en verdad los libros que te sobran son los que se niegan a caber en todas partes.
Era agarrarlo por el cuello, no simplemente era publicarlo, qué queda de un editor y critico literario sino una suerte de ilogismo frustrado, una suerte de atinar en el párrafo ajeno y decir era ello lo que debí decir, dejándome llevar por la complicidad de virar las esquinas en ensayos laboriosos de un arte como la insolencia.
Los elogios corren la suerte de beneficencia, el editor no puede brillar en un texto forastero, motivos suficientes para odiar un libro sin rebajarse; en verdad que el oficio de editor seguía siendo como recorrer la ciudad y darte cuenta que es el infierno que mereces.
En esa parcela onírica el azul se esparcía por todo lado, era un costado inferior del tríptico del Bosco, El jardín de las delicias, en esa tela el rostro delator del parricida se difumina en la llanura detrás de la fuente, es 1985, la página empieza por hablar de la abominación de los espejos y un volumen de Ficciones, editorial Espasa, abre el sésamo de una noche entreverada de pesadillas, delatores, y la secta visceral de Paco, Vittorio y Lautaro.
La ciudad cualquiera era una garganta, luego de montarse en el automóvil de Paco, Lautaro y Vittorio se largaban por ahí para discutir cosas que eran intrascendentales para los otros. Esa noche compartieron el menú en un Chifa al norte de la ciudad. Hablaron de Honorio Bustos Domecq, de una ficción acaecida en el siglo pasado y que parte de un versículo de una de las hojas ordenadas por Borges, la amistad, el compromiso de escribir, el azar, la complicidad y lo efímero como son la muerte y el amor.
Incluso hablaron de mi regreso, largas horas apeados al cuadro del infierno pintado por Lucas Cando que atinaron a decir las cicatrices te esperábamos. Qué queda por vivir. Reconocer la ciudad dibujada en el vao del cristal por un niño mientras no pasa la lluvia y tienes miedo, y sospechas que aparentemente nada a cambiado, que incluso la calle que daba a la casa de Estela sigue tristemente desconocida.

Sólo me resta reconocerme como Caín Rodríguez Cunda, des exiliado,  editor de oficio.

La resistencia como homenaje


Los días posteriores a la fecha constitucional de la creación del diario La Hora están insertos a la médula vital de la historia democrática del Ecuador, sin duda, en este mismo concierto su accionar ético de gran valía aportó a derechos fundamentales como la libertad de expresión, la militancia, motivadores de la labor tesonera de quienes sostienen este proyecto denodado y visionario de que el periodismo no es una travesura de rebeldes sin causa. Es el manejo de realidades, con apoyo en la palabra y en la responsabilidad que apunta a la dignidad.
Su sola presencia en estos años como accionar regional y provincial sustenta los principios del liberalismo ecuatoriano y se compromete con la defensa de la libertad de expresión, opinión, información, en tiempos difíciles como los actuales donde el acoso y otros excesos del poder advierten la resistencia y la dignidad.
Latacunga en su constitución y sentido de la democracia o de las democracias, como define A. Touraine, ve consolidada en la creación de su primer periódico y es a Carlo Cassola a quien se debe la fundación en Latacunga de La Civilización “periódico científico artístico agrícola, metalúrgico, manufacturero, comercial y literario”, que salía cada quince días y que circuló 1856.
Carlo Cassola di Lucca, científico y educador, nació en Nápoles el 3 de noviembre de 1.828. El 3 de noviembre de 1.855 llega a Latacunga, contratado por el Gobierno del Ecuador para la creación de la cátedra de Química y Física en el colegio de San Vicente (actual “Vicente León”).
“La Civilización” publicó su primer número el 1° de noviembre de 1856, además de ello instaló los laboratorios de física y química en el mencionado colegio. Desde un principio el Profesor Cassola logró establecer agencias fuera de Latacunga, en Quito, Ibarra, Otavalo, Esmeraldas, Ambato, Riobamba, Guano, Cuenca, Guayaquil, Loja, Manabí, y Guaranda, dando pruebas de su increíble dinamismo.
Con anterioridad, en 1851, se habría fundado en Latacunga el periódico “Restauración”, de carácter político, cuyo lema era “atended más a lo que se os calle, que a lo que se os dice; a lo que se os oculta, que a lo que se descubre.” (Cramenín L.) cita del jurista francés que tuvo tanta influencia para la época.
Infortunadamente no existen ejemplares de este periódico donde sería obvio como la Biblioteca del Colegio Vicente León donde se editaba en su imprenta, ni en el museo de la casa de los Marqueses en Latacunga; a esta referencia corrobora Gustavo Pérez Ramírez, en su obra del Vesubio al Cotopaxi, debemos reafirmar la memoria como ineludible.

martes, 2 de octubre de 2012

Periodismo de ficción

La ficción y la historia se escriben para corregir el porvenir, para labrar el cauce del río por el que navegará éste, para situar el porvenir en el lugar de los deseos. La historia y la ficción se construyen con las respiraciones del pasado y reescriben un mundo que creemos haber perdido. Cada vez las fronteras entre los dos géneros son menos claras.

El oficio de la escritura en ciernes permite poco tiempo para la reflexión, los condicionantes de la brevedad y la veracidad son cada vez desnutridos y ocasionales; este resultado no pretende en lo más mínimo la justificación la típica charlatanería sobre la ética o la deontología primaria del periodismo. Mas bien la queja general en el país, por ser menos incisivo en las localidades, carece del compromiso, la defensa, el ultraísmo o el “periodismo de investigación” a secas; Manuel Vicen confirma que “[...] ahora el periodismo ya es ficción. La sobreinformación que tenemos hace que lo que se sabe del mundo ya no sea real. Pero dentro de cien años, el que quiera saber lo que somos ya no tendrá que leer novela, porque el alma o la almendra de estos días es el periodismo. Una novela no puede competir con el telediario.”


La crónica, la entrevista, son géneros poco frecuentes por el oficio; al parecer la brevedad hace que nada trascienda incluso la “espectacularización” de la noticia convierte tan light todo lo escrito, o al extremo lo convierte en un síndrome social como el Alzheimer.

Durante el amanecer de la década de los 60, en América Latina y Estados Unidos comenzaron a publicarse relatos apegados fielmente a la realidad, pero narrados al estilo de una novela o de un cuento. Bajo el impulso de autores como el argentino Rodolfo Walsh con Operación Masacre (1957) y el estadounidense Truman Capote con A Sangre Fría (1965), surgió esa corriente narrativa conocida como Nuevo Periodismo, Periodismo Literario o Periodismo Narrativo.

La formación del periodista en cambio exigirá, más allá de la iniciativa de lo común en cultura general, que se conozca por lo menos la obra de Capote, y si seríamos más generosos con la construcción de la identidad los ensayos, o narrativa de Atanasio Viteri, la poesía descriptiva de Juan Abel Echeverría, por citas a palo de ciego, es decir por antonomasia.


Los Nuevos Periodistas que se sumergen donde pasan cosas, han de tomar contacto con desconocidos, se meten en sus vidas de alguna manera, hacen preguntas a las que no tienen derecho natural a una respuesta, pretenden ver cosas que no se tienen que ver, le esta dado ese premio así como la reivindicación en la palabra dicha.


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Latacunga en la solapa del alma


La Academia Nacional de Historia del Ecuador es una de las entidades mayúsculas en el plano de la investigación, la intelectualidad acérrima militante e intachable de un manojo de ecuatorianos más preclaros, su tamizaje cuenta con nombres ilustres como el de Federico Gonzales Suarez, Jacinto Jijón y Caamaño, Celiano Monge, Julio Tobar Donoso, Jorge Salvador Lara, entre otros.

Su nacimiento, el de la Academia, está ligada a la celebración del primer centenario del inicio de la liberación política de nuestro país, para su centenario conmemorativo esta entidad mayor acertó en su compendio y narrativa histórica al latacungueño Franklin Barriga López (10 de junio 1945) publicada en la obra Historia de la Academia Nacional de Historia 1909 – 2009, bajo el sello editorial El Conejo.

Barriga López es una de las figuras más emblemáticas del pensamiento contemporáneo ecuatoriano e iberoamericano, humanista, consagrado escritor y diplomático se ha vinculado al arte la literatura y la historia en todas sus faces y géneros que van desde el estudio minucioso, la crítica literaria, el ensayo, la investigación y la historia como ciencia.

Este miércoles 26 de septiembre, a partir de las 12:00, en el Auditorio Manuel de Guzmán Polanco se realizará la Sesión Pública Solemne donde se le recibirá como Miembro de Número de la centenaria y prestigiosa institución al Dr. Franklin Barriga López, acto que regocija y enaltece por sobre cualquier canon el orgullo de pertenencia de este destacado intelectual latacungueño.

El valor de la amistad sobrepasa linderos deontológicos que van más allá de especulaciones, halagos, o generalidades; esta afirmación la mantengo por sobre el margen de lo estrecho que ha significado el legado de Barriga López. Integro, dedicado y de un espíritu innovador y sobre todo condescendiente a su patria chica, Latacunga; su entrega altruista por sobre todas las cosas al trabajo emprendido del proyecto bicentenario de la Libertad (1809 – 2009) cuyo objetivo sigue siendo el rescate de la identidad, la cultura y la historia de Cotopaxi.

En hora buena por este reconocimiento de tan noble entidad por sumar entre sus miembros a un latacungueño que ha confesado hasta la saciedad que lleva a Latacunga inserta en la solapa de su alma.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Sobre los Valores humanos

La limitada producción literaria en Cotopaxi genera hálitos cada vez más comprometidos y alentadores, respuesta necesaria y urgente sobre la praxis política de nuestra cultura: leer y crear, decir con las palabras lo que somos, identificar con el índice del orgullo cívico los rincones y los nombres de los verdaderos valías humanos.

La publicación de la editorial Casa de la Cultura de Cotopaxi del libro “Valores humanos en Cotopaxi” insufla de generosa nueva sangre editorial a las letras locales.

Su autor, Paúl A. García Lanas (Latacunga - octubre de 1965), ha dedicado parte vital a la investigación de la historia social local; la publicación de un puñado de hombres y mujeres de Cotopaxi, que como advierte su autor acierta al vertiginoso andamio de la modernidad con el auxilio de la imagen para que las generaciones actuales puedan identificar así el rostro de los ausentes, de los anónimos, porque para muchos son desconocidos una pléyade de nombres a veces circunscritos a la nomenclatura de ciertas calles.

Acertado y devoto García demora su reflexión sobre la urgencia de reconocernos, reconocer el legado, la filantropía, el altruismo, el intelecto, el civismo y desprendimiento a salvaguarda de los destinos de la tierra que los vio nacer o que los acogió como sus más íntimos hijos.

Más allá de vanaglorias, de lisonjas o apresurados decoros para salvar la amistad está la dignidad y la honestidad, está esa honestidad intelectual de demostrar en la acción lo que a veces corroe la charlatanería, porque resulta condescendiente finalmente hacerlo; en buena hora por el esfuerzo compilatorio en pequeñas semblanza de ilustres ecuatorianos nacidos en Cotopaxi.

Que el esfuerzo editorial contamine la iniciativa de otras entidades encargadas de tales fines: la educación en valores, en ejemplos y testimonios de vida.

martes, 4 de septiembre de 2012

Religiosidad y pertenencia

Desde varios años se ha institucionalizado una peregrinación hacia la piedra Chilintosa como parte de los eventos que recuerdan a los feligreses el agradecimiento a la patrona del volcán la Virgen de Mercedes; varias familias caminan hacia este lugar perteneciente a la parroquia Mulaló y que tiene una rica historia tradicional.

La Chilintosa es una enorme roca que fuera arrastrada por el aluvión de Cotopaxi en el año de 1.877. Antiguamente se lo llamaba también “Quilindusi”; la lava incandescente fundió parte de las nieves eternas del volcán y en pocas horas se precipitaron por los declives de la montaña 45 ?000.000 de metros cúbicos de masa, de peñascos y ceniza. La fuerza del aluvión arrojó a la meseta rocas gigantes conocida como la “Chilintosa” o “Silintosa”. Esta gigantesca mole esta cercana al volcán Cotopaxi en el valle de pedregal, parroquia Mulaló, por los años treinta del siglo pasado el pintor dominico fray Enrique Mideros pintó al óleo en un lado de la piedra la Virgen del Rosario que prevaleció hasta que se lo tapó sustituyéndole por la Virgen de las Mercedes, hecho que lo realizó el pintor Milton Alajo.

Cuando se mantenía la imagen original de la Virgen del Rosario pintada en 1932 por Mideros el artista gozaba de ser el pintor mimado de intelectuales tradicionalistas, la iglesia y el público de la clase media y popular, como se sabe tradicional y conservador.

Refiere Hernán Rodríguez Castelo en ‘Panorama del Arte’ que la década de los 30 marcó en su arte un cambio notable por cuanto la idea de los milenios y de los presagios aparecen en sus cuadros y se tornan una constante que se repetirá hasta el final de sus días, con lienzos de vigor expresivo y cromatismo radiante, en esta década comenzó los lienzos que decoran la iglesia de la Merced en Quito.

Este particular debe ser considerado para el análisis sobre el rescate de este bien patrimonial de uno de los artistas plásticos emblemáticos de nuestro país; bien que sin consentimiento previo fuera alterado, los lugareños y varias fotografías testimonian sobre la presencia de la imagen de la Virgen del Rosario de Mideros en la piedra Chilintosa, fuera de romanticismo o simple sugerencia ojalá y se pueda recuperar esta obra con el tratamiento adecuado.

martes, 28 de agosto de 2012

Latacungueñidad: identidad y legado

¿Somos lo que elegimos ser definitivamente? este axioma sartreano sobre la conciencia intencional ha provocado críticas de la opinión pública por la representatividad del ser y sentirnos latacungueños.
La conciencia fenomenológica del gentilicio del que ha nacido en la urbe connota un legado que por antonomasia hemos aprendido en canciones cívicas: Latacunga cuna de los más denodados, los filántropos, sabios y grandes dice el himno de la ciudad.

Solidarios, emprendedores, hospitalarios, cotidianos, amables, cultos, comprometidos, amantes de la tierra que los vio nacer, altruistas, defensores, aguerridos, son extensos los cualitativos para identificar al latacungueño.

Y de sus valores el mayúsculo ícono de identidad es el de aquel que “nació hijo de este pueblo y terminó haciéndose padre de él”, la del latacungueño Vicente León y Argüelles.

Escuché decir a un entrañable latacungueño en la vorágine de una oración fúnebre con acierto que Latacunga es una ciudad propicia y hermosa para vivir, para nacer en ella, que es también una ciudad donde morir, su afirmación reflejada por la tremenda solidaridad del prójimo (del latacungueño) en tales circunstancias.

Ser latacungueño es sinónimo de orgullo y dignidad, es conocer los valores humanos y su legado, seguir el ejemplo marcado de ilustres ciudadanos quienes sirvieron desde distintos escenarios del país a los caros intereses de la verdadera democracia y el renombre de su ciudad natal. El latacungueño es aquel que se ha quedado a vivir la ciudad, a defenderla con su honestidad, respeto y trabajo.

Ad portas de las celebraciones de los latacungueños preocupa como los esfuerzos organizativos, las intenciones, y el buen curso de esta festividad ha marginado el verdadero sentido de devoción, tolerancia, y representatividad de lo que somos.

Latacunga, la ciudad, son sus hijos, sus habitantes, todos quienes en el día a día entregan su mayor esfuerzo, libres de egos falsos, arribismos o excesos. La latacungueñidad no es simplemente un gentilicio, una adjetivación del ciudadano, es saber serlo y sentirlo definitivamente.

lunes, 27 de agosto de 2012

Latacunga patrimonial

Las ciudades convergen ante el abrumador paso del tiempo, crecen en demografía y se expanden en geografía, la movilidad y el urbanismo optimizan concepciones claras de desarrollo y modernidad; con el paso de los años muchos de los edificios patrimoniales han sufrido un deterioro considerable lo que implica una pérdida de la memoria histórica del lugar.

El 25 de Mayo de 1.982 el Dr. Rodrigo Pallares Zaldumbide, Director Nacional del Instituto de Patrimonio Nacional suscribió la Declaratoria del Centro Histórico de Latacunga como bien perteneciente al Patrimonio Cultural del Estado.

Título que goza la ciudad de San Vicente Mártir de Latacunga bajo ciertas consideraciones que a la par deben ser reivindicadas en el proceso integral de la identidad, de las identidades.

Meritorio calificativo que fue otorgado a la ciudad por su ancestro histórico y cultural de importancia en el contexto de Capitales Provinciales del Ecuador, porque su Centro Histórico constituye fundamentalmente una importante muestra de la arquitectura colonial y republicana que posee características de gran calidad artística como conjunto urbano y un entorno paisajístico invalorable que deben ser preservados, conservados, restaurados y revalorizados para ponerlos en función social.

El plan Vive Patrimonio, proyecto del Ministerio Coordinador de Patrimonio del Ecuador, ha considerado sus esfuerzos para que ciertas edificaciones sean tratadas en esfuerzos interinstitucionales comunes orientados a la intervención.

Se conoce que el edificio de la Gobernación de Latacunga será intervenido en una restauración y rehabilitación arquitectónica bajo este plan. El edificio sede del Ejecutivo Provincial fue construido sobre una planta colonial que, en los albores de la independencia, fue propiedad de Baltazara Terán Garzón. Sobre el particular esperamos con gran expectativa que el tratamiento de dicha rehabilitación involucre y considere la integralidad de la sociedad latacungueña y cotopaxense.

miércoles, 18 de julio de 2012

Trascendencia detrás del poder


La figura política de Simón Bolívar a merecido estudios que han durado casi toda la vida a sus biógrafos; pesquisas, interrogantes, metodologías exhaustas de peregrinajes en archivos históricos de la mayoría de ciudades hispanoamericanas donde se promulgaron cartas, manifiestos, y tanto en cuanto han documentado el propósito de la política y pensamiento bolivariano. La historia conocida excluye en sus cánones y referencias a quienes sumaron, o en su defecto influyeron, en los propósitos desde el anonimato o a la sombra del Libertador.
A pesar de la extensa obra de Bolívar existen limitaciones sobre las amistades e influencias cercanas, los primeros amigos fueron con sus contemporáneos Mariano y Tomas Montilla, Miguel Ustariz, Fernando Rodríguez del Toro, Leandro Palacios, Juan Paz del Castillo, Juan Rodríguez del Toro, Domingo Ascanio, Manuel de Mato, Esteban Escobar, Simón Rodríguez, el maestro del Libertador.
En las tertulias en casa de los Ustariz se encontraba con frecuencia con Andrés Bello; pero entre ellos no hubo una afectuosa relación de amistad, más bien admiración y respeto, puesto que aun cuando Bello era muy joven, este dedicaba muchas horas al estudio, a la lectura y la escritura, y desdeñaba todo cuanto le alejara de su pasión por los libros.
De sus compañeros de armas Bolívar, 33 años menor que Miranda, admiraba al precursor y pese a las indicaciones en contra lo visitó en su residencia de Londres; a éste lo invitó a que participara en la revolución iniciada en Caracas, lo trató como un amigo de mayor edad y jerarquía. A Santander lo conoció en los albores de la guerra, este fue considerado por el libertador como el hombre de las leyes. Otros serían: Santiago Mariño y Manuel Piarn, junto a José Francisco Bermúdez, Juan Bautista Arismendi, Antonio José de Sucre, hombre de confianza; Rafael Urdaneta, y no menos importante Manuela Sáenz, fiel servidora, consejera, amante del Libertador.
Sin duda alguna el tema trasciende las limitaciones de este aporte y más bien deja de manifiesto la importantísima intuición sobre quién o quiénes influenciaron en el pensamiento de Bolívar y su ejercicio público como ideólogos o adeptos políticos fundamentales que todo líder posee. Las figuras históricas universales, fuera de especulaciones, fanatismos, o descabellados arribismos intelectuales, tienen sus lealtades.

jueves, 5 de julio de 2012

CORAZÓN DE NEON


 I

Cruzar la calle, apear el paso, la zancada.
Detenerse y titubear como un cachorro asustado ante el tráfico trashumante de un viernes en las esquinas del dámero.

Traspié. Que el amor siempre se hace en la guerra, en las guerras, en ese tropel de defender la única noción de patria, la vida.

Habrías entonces de corregir el trazo, la plana,
Esa necedad de necesitarte, esta falacia de faltarte, esa extrañeza de extrañarte.
Nunca pensé que las palabras dibujadas en el aire fueran a darme otra razón para iluminar.

II

La ciudad sigue espantosamente deshabitada
Sólo a algunos se nos ha concedido el pronunciar el amor, privilegio al fin.
Al resto el rumor, las tosesitas falsas, la charlatanería, el barullo de desperdiciarlo.
Tengo una urgencia de vos que me aniquila
Arremete, arrincona contra el olvido.
Hambruna de besos

(No se porque todavía distingo los pasos que se me acercan con tus tacones de aguja)

Angustia de mares
Ansiedad y vacíos…
¿Cómo decir lo que es hueco
de tu envestida que ha dejado en mi pecho?
Hambruna de gestos
Anemia de espasmos.

La ciudad sigue espantosamente deshabitada

Yo cierro el libro sin buscarte.
el tiempo reagrupa las pesadillas, extraño, denodado. 

Los abrazos me haces falta, aquí cuando los faltos abracen,
los besos labien, las bocas palabren, y atardezcan las calles. Haces falta.

martes, 3 de julio de 2012

Transiciones del pensamiento

El rumor corroe como un ácido, lento, con un perjuicio irreparable lastima la memoria. El escritor sutura, admite operaciones laboriosas sobre esa peripecia que al parecer se vuelve inevitable, es necesario el testimonio, es ahí donde el biógrafo funda y se vuelve imprescindible.
Entre el escritor y el biógrafo existe algo elemental como el trabajo en soledad y la disciplina de la pesquisa, instintos y hábitos detectivescos, pero la historia no es una novela policial o un apunte de Magritte.
Ecuador ha sido tierra de importantes biógrafos: sobre personajes anteriores a la conquista española, son reconocidos el Atahualpa, de Benjamín Carrión; el Atahualpa de Neptalí Zúñiga, el Rumiñahui, de Gonzalo Rubio Orbe, el Rumiñahui de Enrique Garcés; obra biográfica nacional dedicada a personajes anteriores o precursores de la independencia.
La figura universal del intelectual latacungueño Alfonso Rumazo González (1903-2002) se destaca en el mayúsculo aporte de “Las Ocho Grandes Biografías” sobre los héroes de la Gesta de Independencia de América Latina, el de ‘Manuela Sáenz: La Libertadora del Libertador’, del imprescindible texto Simón Rodríguez, maestro de América.
La consagración del biógrafo dependen del esfuerzo por dotar de esencia, carnalidad y significación del itinerario vital de quienes contribuyeron a fundar naciones, y con la impronta de su acto heroico, decidieron el destino de nuestros pueblos.
La humanización de tales valores biografiados, el contar una vida es sumar historias a la gran historia, y esa narración debe pactar llena de fuerza comunicativa, de reconstrucción de época, y al mismo tiempo de una intensidad discursiva y rigurosa, apegado al metarrelato histórico.
La disciplina de la biografía, la cátedra, el ensayo, la prosa, las maneras del decir convierten a Rumazo Gonzáles en un cultor del idioma, esta cualidad debe sobrepasar el reconocimiento espontáneo y de ser necesario capitalizar una campaña a favor de la identidad de este valor latacungueño en la publicación de sus más destacados libros.

jueves, 28 de junio de 2012

APRENDER A ESCRIBIR






(Escuelita de comunicación comunitaria FEDECOX)
 
Aprender ha escribir nuestro nombre como el atarnos los zapatos pueden ser el gesto primario más elemental del ejercicio periodístico, apasionante, grato, instintivo, poder decir escribiendo, trascender sobre el tiempo con el testimonio de la palabra escrita. Operación inicial que marca la decisión del ser humano en un viaje de intromisión.

La escritura así como el periodismo en todas sus magnitudes resulta un accidente, puesto que la escritura es un camino lleno de obstáculos donde todo lo  conocido en el mundo refleja la aventura hacia el corazón de los que somos, surge como necesidad ontológica, humana, por eso el oficio se cultiva desde el valor formativo, desde esa patria que se llama imaginación, sinónima de la infancia, desde la niñez.

“Ni están todos los que son ni todos los que están”. Más bien resulta un ejercicio de autoaprendizaje, ¿Qué puede enseñar uno, si lo aprendido también viene desde el otro extremo?. 

(...)


viernes, 22 de junio de 2012

LA CIUDAD


ix.
La ciudad sigue espantosamente deshabitada
Sólo a algunos se nos ha concedido el pronunciar el amor, privilegio al fin.
Al resto el rumor, las tosesitas falsas, la charlatanería, el barullo de desperdiciarlo.
Tengo una urgencia de vos que me aniquila
Arremete, arrincona contra el olvido.
Hambruna de besos

(No se porque todavía distingo los pasos que se me acercan con tus tacones de aguja)

Angustia de mares
Ansiedad y vacíos…
¿Cómo decir lo que es hueco
de tu envestida que ha dejado en mi pecho?
Hambruna de gestos
Anemia de espasmos.

La ciudad sigue espantosamente deshabitada
Yo cierro el libro sin buscarte.

martes, 24 de abril de 2012

“Mundi” Lanas el último Luthier universal andino


In memorian de Víctor Edmundo Lanas Lanas 1948 – 2012
Por: Miguelángel Rengifo Robayo Periodista - Escritor
Fotografía: Ángel Javier Rivera Fotoperiodista

Clave Biográfica:
Víctor Edmundo Lanas Lanas nació en Santiago de Chile en febrero de 1948 hacedor creativo de guitarras e instrumentos de cuerda, destacado artista; toda una vida dedicada a la creación falleció inesperadamente suspendiendo el legado más designado del oficio de Luthiers. Sus cercanos lo conocieron como el “Mundi”.

i
El taller luce calmo, un leve rayo de sol mertiolate lentamente se posa por entre gubias, limas, prensas, cierras; sobre el mesón de trabajo un pedazo cóncavo de ébano dormita como un dinosaurio para siempre.

El polvo de las maderas diminutas se evaporan hasta el átomo reflejando el último rayo de luz mientras la oración de la tarde a lo lejos declina el día en Latacunga, lugar donde nació Víctor Edmundo “Mundi” Lanas el último Luthier universal y andino que ha calmado sus manos por la irrupción abrupta de la partida.

Fue raudo como un látigo, no tuvo tiempo para arrullar al dinosaurio, el tiempo como la escorpina sobre el lomo emblandecido de un pino dio la forma sensual a una guitarra, pero era sólo un esnobismo porque sus guitarras tenían el gesto cubista en largas líneas rectas, su firma se robustece en el armonioso rasgar de las cuerdas, su agudísimo oído y sus manos componen el alma de este aromoso instrumento musical.

En esas idas y vueltas sus extensiones humanas, demasiado humanas, que eran sus creaciones, un pedazo de madera que emitía sonidos ante el virtuosismo de manos, dedos, uñas, vitelas, puentes, alma, venas, ganas, crujía por el escenario sin otro agitar que el del corazón y el suspirar ocasional de quienes maravillados desde la butaca del Teatro Nacional Sucre en la primavera de algún olvido, Terry Pazmiño consagrado guitarrista quiteño presumía una guitarra “Lanas”  mientras un  pasillo efervescía en el aire y los presentes maravillados elogiábamos la complicidad de una guitarra Lanas y el virtuosismo del artista.

ii
El francés Jaques Derrida reflexiona sobre la palabra “à-Dieu” (Adiós) ruborizado por el temor de pronunciarlo ante el desenlace de decirlo a Emmanuel Levinas su maestro y amigo quien le enseñó a pronunciarla de otra manera en el irreprochable acoso de la muerte.

Sabía que mi voz temblaría en el momento de hacerlo –dice-, y sobre todo de hacerlo en voz alta y pronunciar la palabra adieu aquí, ante él, tan cerca de él. Esa misma palabra, “à-Dieu”, que en cierto sentido me viene de él.

Entonces medito sobre lo que Levinas escribió acerca de la palabra francesa “adieu” y espero encontrar la entereza para hablar aquí entorno a ese gesto de dignidad humana sobre el elogio de la ausencia. Me gustaría hacerlo con las palabras de un niño, llanas, francas, palabras desarmadas como mi pena, esa condescendencia práctica de la que refiere la sensatez popular de reconocer y ser en la existencia “en vida hermano, en vida” dice el público.

El adiós del à-Dieu no marca el fin. “El à-Dieu no es una finalidad”, sostiene, desafiando la “alternativa entre el ser y la nada”, que “no es final”. El à-Dieu saluda al otro más allá del ser en “lo que significa más allá del ser la palabra gloria”. “El à-Dieu no es un proceso del ser; en el llamado soy de nuevo atraído al otro ser humano a través del cual este llamado tiene significado: al prójimo por el que debo temer”
A pesar de que ese verbo no me pertenece, Mundi Lanas fue constante en su aprendizaje, empleando ciencia y arte como un amalgama necesaria de perdurar en esa memoria auditiva en el tararear de una canción; y más, su pertinencia habría de ser de una exquisitez  única porque no todos podríamos destacar ese espíritu creador por hacer de un objeto trivial el más imprescindible.
Mundi Lanas nos ha legado ese carisma afectuoso y ferviente, ese gesto mayúsculo que se le salía del mapa, quedan el hombre y la obra, la leyenda empieza.
 

 
 

lunes, 23 de abril de 2012

La ética del gran insultador


Era el exilio. Cuando García Moreno murió, Juan Montalvo Fiallos estaba en Colombia. Ahí lanzó la frase lapidaria: “Mía es la gloria; mi pluma lo mató”. Después se fue a Perú y volvió a París. En esa época era ya perseguido político del gobierno de Ignacio de Veintimilla.
La vigencia del pensamiento montalvino surge hoy coyuntural y esmerado en su uso y abuso, lo advierten las publicaciones aparecidas en las columnas de los principales rotativos nacionales, incluso en el discurso oficial como contrarréplica a la filosofía integral de este mayúsculo personaje de nuestra patria; la interpretación conveniente a las circunstancias supera ese margen de significaciones.
¿Qué mismo dice Montalvo, hemos sido condescendientes en conocer a profundidad su pensamiento, ha sido pragmático el accionar de la ética en la vida diaria? Montalvo conmueve al más apasionado y común personaje contemporáneo, los usos de sus reflexiones y argumentos apegados al civismo reafirman otros derroteros, no deberíamos subestimar ese cometido en vanagloriarnos hasta la saciedad ultrajando sus frases, postulados en epígrafes, citas y citas por doquier.
A 180 años de su natalicio merece esa consideración especialísima como un acto reverencial y de reconocimiento, no como un acto polifacético de la publicidad a secas, sin contenido de fondo en el propósito. Por ese pecado general de la mala memoria que ocurre con el pueblo. Saber que con su acerada pluma avergonzó a los tiranos, que su sátira le ganó el elogio del escritor español Miguel de Unamuno que lo llamó el Gran insultador.
El dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht decía: “Me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo como era su casa”. Esa roca limada al tiempo con el estoicismo más digno y altivo lo replicaría Juan Montalvo en un manuscrito confeso e íntimo a su leal amigo Rafael “Mi querido amigo me harás el favor de leer sólo esta carta la última peseta me la he comido ya, que le diría al dueño de la casa el día de la próxima cuenta, nunca yo hubiera pensado que el exilio tomara tan horrible forma, un hombre no debe llegar a este transe, los amigos deben repartirse el hambre como hermanos, ¿te será posible ofrecerme mil francos?, saldré a la fama y tu habrás contribuído a la honra de tu patria y de esta América” eran los días amargos e insomnes del exilio, la nostalgia y la noción verdadera de tener Patria.
La patria es el hogar donde uno encuentra cobijo mientras llueve estrepitosamente en el mundo, el portón abriéndose como los abrazos. El cobijo, la lealtad, lo que alcanza sin reniegos a reclamar Montalvo “Quiero el sol, las campanas, la hacienda, la leche caliente, daría mis ocho años en Europa por cuatro días de felicidad doméstica”

martes, 27 de marzo de 2012

Feminidad ferviente



Una página mayúscula de la historia refiere el nombre de una dama ejemplar que azuzó desde su ímpetu la intelectualidad, la inclusión, la participación y la ternura: la feminidad.
Victoria Vásconez Cuvi (Latacunga 1891 – Quito 1931) con su acción ejemplar no sólo destacó sus intenciones particulares sino denotó que la aportación y la inserción femenina era un asunto irrevocable. Junto a Zoila Ugarte de Landívar, María Angélica Idrobo, Rosaura Emelia Galarza engrosó el consejo editorial de la Revista “Alas” que sirvió de performance de sus ideas fundamentales, caso particular y acucioso sobre “Problemas educativos”, “Ensayos literarios”, “Actividades domésticas y sociales de la mujer”, un folleto póstumo dedicado a la “Vida de Mariana de Jesús” trabajos que fueron dispersos y difundidos en revistas y periódicos del pensamiento femenino ecuatoriano significaron su obra capital.

De influencia humanista y universal desde el seno familiar, ya que su padre poseía un alagado acceso a la biblioteca patrimonial que compiló con esmero comprendiendo que la ilustración era un valor inmaterial que debía cultivar en sus hijos. Sus vínculos e influencias refieren y sobresalen entonces incluso en correspondencias que fluyeron con otro valor intelectual destacado como lo fue Don Juan Abel Echeverría de quien preció de su amistad.
Su primer libro lo edita en 1922 obra que destaca sus valores estéticos, “Ensayos literarios” soslaya en titulares regios como: “Clarines y trompetas”, “Vicente León” “Canción de primera”, “Tristeza”.

Victoria Vásconez Cuvi esboza con armoniosa sutileza los deberes, conductas y comportamientos femeninos entre lo público y privado, no como suerte de catecismo, sino regidos en cortesía, entelequia, sin dejar de lado el elemento trascendental y distintivo de la mujer: la ternura. A esta altura resulta urgente insinuar la investigación, con todo su rigor y disciplina, además de la recopilación de su pensamiento y obra para conocimiento de quienes amparamos el interés de rescatar a un valor humano que figura como incitadora del pensamiento femenino ecuatoriano. Legitimación necesaria a propósito de las bodas de oro de la institución que lleva el nombre.

viernes, 16 de marzo de 2012

Macondo y las orillas de lo virtual


El hijo del telegrafista de Aracataca quizá nunca imaginó que ese pálpito de escribir “Cien años de soledad” le llegaría la tarde del domingo 19 de febrero de 1950 cuando acompañaba a su madre, Luisa Santiaga Márquez Iguarán, en un viaje al pueblo para vender la casa de los abuelos.

Lo cierto es que Sabina, cantautor español, soslaya ese universo en la estrofa de su canción Peces de ciudad, tarareada sinfín de veces y desafinada al fin que: “En Macondo comprendí, que al lugar donde haz sido feliz no debieras tratar de volver”, esa sentencia me resume en cierta medida que no he logrado cruzar la página 77, cabalístico o no, de ese límite mi atrevimiento de lector inicial a no he podido ni medianamente justificar cuando alguien me consulta si he leído Cien años de soledad.

Por eso creo que la construcción de los mundos han fustigado la misma epifanía con que Gabriel García Márquez esa tarde del mes de junio de 1965 cuando, con su familia, se desplazaba en su pequeño vehículo marca Opel por la carretera que de Ciudad de México conduce al balneario de Acapulco tomó la firme decisión del encierro que duró meses en su casa con el fin de darle forma a ese mundo maravilloso que llenaba su mente.

Sin el temor de ser calificado como lector fetichista lo corpóreo y lo tangible son imprescindibles al momento de leer, acariciar torpe o codiciosamente un libro, aspirarlo, identificar la tipografía, las frases como hilarantemente van construyendo, en este caso, Macondo, la ficción más próxima, ese universo maravilloso de la literatura.

García Márquez dice que el nombre de Macondo lo vio escrito en una tablilla a la entrada de una hacienda que antes había sido de la compañía bananera. Lo descubrió desde la ventanilla del tren cuando se dirigía a Aracataca acompañando a su madre ese 19 de febrero de 1950.

Pero la multiplicidad de los Macondos crepitan en la universalidad del lenguaje, ese pequeño pueblito del Caribe poblado por la magia de los Buendía, está en la web por el módico precio de 7,8 dólares, su transmutación, las orillas, los orígenes, constitución y legitimidad son infinitas.

El escritor no sabía que era el nombre de un árbol de tronco redondo que alcanzaba hasta cuarenta metros de altura, descubierto por Humboldt en 1801 en los alrededores de Turbaco. Tampoco sabía que era el nombre que le daban a una tribu milenaria en Tanganika.

jueves, 8 de marzo de 2012

Mujeres


Hay mujeres que arrastran maletas cargadas de lluvia,
Hay mujeres que nunca reciben postales de amor,
Hay mujeres que sueñan con trenes llenos de soldados,
Hay mujeres que dicen que sí cuando dicen que no.

Hay mujeres que bailan desnudas en cárceles de oro,
Hay mujeres que buscan deseo y encuentran piedad,
Hay mujeres atadas de manos y pies al olvido,
Hay mujeres que huyen perseguidas por su soledad.

Hay mujeres veneno, mujeres imán,
Hay mujeres consuelo, mujeres puñal,
Hay mujeres de fuego,
Hay mujeres de hielo,
Mujeres fatal.
Mujeres fatal.

Hay mujeres que tocan y curan, que besan y matan,
Hay mujeres que ni cuando mienten dicen la verdad,
Hay mujeres que abren agujeros negros en el alma,
Hay mujeres que empiezan la guerra firmando la paz.

Hay mujeres envueltas en pieles sin cuerpo debajo,
Hay mujeres en cuyas caderas no se pone el sol,
Hay mujeres que van al amor como van al trabajo,
Hay mujeres capaces de hacerme perder la razón.

martes, 28 de febrero de 2012

¿Y el patrimonio?



Reposa en el Archivo Nacional el proyecto sobre el río Cutuchi fechado a 26 de febrero de 1777, documento de autor anónimo que significó quizá como lo demuestran algunos documentos, el acceso a la ciudad de Latacunga por algunos años ya que a suerte de los avatares naturales provocados por el coloso deterioraron y colapsaron esta primera construcción siendo urgente que en abril de 1879 se ordene desde el Ministerio del Interior con los trabajos de reconstrucción.

El puente Cinco de Junio, inaugurado en 1920, cuya construcción demoró treinta años, fue considerado el puente más largo del Ecuador y de gran factura para su época, está construído en gran magnitud en arcos de piedra y tomó el nombre oficial de “Cinco de Junio” en homenaje a la llegada al poder del Gral. Eloy Alfaro Delgado, el cinco de junio de 1895. Ha sufrido lamentables modificaciones, acciones, añadidos e intervenciones que han dañado la estética del puente, primero se retiraron los espacios que se encontraban en las orillas, y quizá la más terrible intervención fue cuando en la alcaldía del Dr. Rubén Terán se colocaron los “esperpentos” de plástico celeste. La ejecución de esta obra particular por parte del cabildo ha merecido la urgencia y la certeza de no caer en excesos y errores lamentables que luego serán duramente cuestionados e irremediablemente aceptados como tal.

Es difícil entender por qué no se buscó otra solución que no altere uno de los pocos tesoros que guarda esta ciudad y se aplique en tal sentido un proyecto de rescate o restauración, de ser el caso, como advierte el eje central sobre política del patrimonio tangible e intangible de nuestro país: acaso se cuestionó sobre la decisión del Concejo Municipal o dicho cuerpo edilicio consideró este particular?

El desconocimiento de las autoridades no debe seguir, se debe frenar tanta ignorancia histórica, que, como lo hecho y proyectado, no debe repetirse ni darse.
A esta altura y fuera de la improvisación el objetivo sería adaptar un ingreso directo a los parqueaderos del nuevo mercado de El Salto, considerando los antecedentes antes expuestos se entiende que el puente es un bien patrimonial de la ciudad y en este sentido sería imposible que se lo altere.

jueves, 9 de febrero de 2012

Desmemorias injustificadas


A riesgo de que el olvido lo apabulle todo, sin pecar de apocalíptico, la función de la memoria es el olvido. García Márquez escribía en su autobiografía que la muerte no llega con la edad sino con el olvido, injusto, innegable, la sentencia ocasiona una vergüenza moral generalizada para quien precie de llamarse, sentirse, latacungueño y más aún vicentino, la muerte ha acaecido por el olvido.

Vicente León y Argüelles nació en Latacunga en enero de 1773 y fue bautizado el 17 de ese mes como hijo expósito a las puertas de José León y de Marta Josefa Argüelles y Mercado, sus abuelos maternos; el nacimiento fue ocultado por algún tiempo, pero después fue reconocido y hasta heredó a la muerta de sus progenitores, pudiendo ser éste el origen de sus cuantiosos bienes.

Los valores humanos a pesar del esfuerzo que ocasionan el estar alerta o pendientes de sus natalicios o de sus obituarios no terminan de instituirse en una labor cívica y conmemorativa, ni ofrendas ni actos sociales destacados en el parque central ha tenido el más destacado e identificado de los latacungueños el filántropo Vicente León.

Ninguna personación institucional, civil, educativa, gubernamental, realizó homenaje alguno para recordar su vida y obra a propósito de su natalicio.

Involuntario y desapercibido nada justificable en todas sus formas si la institución a la cual pertenece o lleva su nombre ha olvidado este detalle minucioso, poco podremos reclamar a la mayoría a pesar de la prisa y el barullo de la rutina.

Cada equívoco ha sido censurado incluso en los ocasionales o espontáneos discursos de personajes públicos que insisten en el desconcierto de querer improvisarlo todo para no quedar mal. El expresar desconocimiento es un gesto de honestidad pero es una obligación moral el re conocer, doblemente conocido volver a recordar, los valores humanos en nuestro diario vivir.

Recuerdo sobre el frontispicio del legendario establecimiento donde me eduqué al rigor de otros tiempos replicar diariamente “quien no espera vencer ya esta vencido” o la frase hímnica de la “inmortal juventud adelante” laceradas en la memoria de su habitantes, hoy borrada de sus fachadas. Y con este gesto al parecer de su memoria.

El 11 de marzo de 1839 desde el Cuzco se emite una comunicación donde se da a conocer a las autoridades de Latacunga que el Dr. Vicente León ha muerto a primera hora de la noche del 28 de febrero instituyendo como heredera universal a su patria Latacunga.

jueves, 2 de febrero de 2012

Latacunga y Alfaro



En el marco conmemorativo de los cien años de la muerte de Eloy Alfaro se ha generado una movilidad de la conciencia social ecuatoriana sobre su pensamiento, obra e ideología.

Latacunga no puede estar separada de tales preceptos e involucrada directamente no sólo porque por su intimidad atraviesa el ferrocarril dividiendo a la ciudad en dos, sino por su legado y el favor que a su tiempo signó de asilo para algunos de sus colaboradores más íntimos.

La llegada del primer ferrocarril a la ciudad fue el 25 junio de 1907, viaje en el que arribó el Gral. Eloy Alfaro Delgado, quien fue recibido apoteósicamente por el pueblo latacungueño y por el Cnel. Timoleón Pasquel Gobernador de la provincia de León en aquel entonces.

Este gesto no fue fácil años antes, el 2 de septiembre de 1895, sale Alfaro de Latacunga con dirección a Quito, luego que en esta urbe se le ha incorporado el valiente escritor y decidido combatiente, Roberto Andrade. El 11 de agosto de 1896 los conservadores atacan Latacunga y la toman, luego de que se ha producido un sangriento combate.

A un año de la llegada del ferrocarril a Latacunga el 16 de enero de 1906, Eloy Alfaro toma el poder como jefe supremo después que sus tropas derrotan a tropas gobiernistas en el Chasqui. El héroe de esta batalla fue el Cnel. Justiniano Viteri Jaramillo a la vez sería el gestor de la primera planta eléctrica de Latacunga (inaugurada el 11 de abril de 1.909) y de la construcción del monumental edificio de la Escuela de Artes y Oficios actual ESPE-L.

En Latacunga, el 28 de abril de 1910 el Gobernador Carlos Macías llamó al pueblo leonense para alistar filas en defensa de la patria. Se alistó el Batallón No. 16 de la primera reserva a órdenes del Comandante Abelardo Yépez. En estos días se constituyó el Batallón Cotopaxi, formado por políticos liberales y el pueblo, comandados por el Cnel. Justiniano Viteri Jaramillo.

El latacungueño Belisario Quevedo Izurieta fue integrante del Batallón Cotopaxi, ilustre pensador, escritor, publicista y precursor de la sociología en el Ecuador. Latacunga también se involucra decididamente en la construcción de la historia patria, más allá del anecdotario, la novelería e indiferencia.

martes, 24 de enero de 2012

MESSI CON M DE MARADODA


En la última gala de la FIFA la entrega del Ballon DÓr Lionel Messi fue reconocido con este galardón por tercer año consecutivo como el más grande del futbol contemporáneo en el mundo.

Pero Messi no es grande por ser el mejor futbolista del mundo, no es grande por ser el jugador mejor pagado, no es grande por jugar en el FC Barcelona, Messi es grande porque a pesar de tener fama y dinero, es humilde y es capaz de regalarle una sonrisa a un niño que no se deja vencer ante las adversidades; le dedicaría un gol a Soufian, el niño que quería volar, un niño especial.

Era el 86, México, un solo hombre gambeteaba y se llevaba a tres, cuatro, seis, siete, todos los ingleses por delante, Víctor H. Morales casi afónico decía que era un barrilete cósmico de otro planeta, al final Argentina 2 Inglaterra 0. Ese gol fue calcado a la perfección por un Lionel Messi, el del 86 en el Azteca era de Diego Armando Maradona.

Diego es el más humano de los dioses y a pesar del tiempo seguirá siendo querido o venerado por el simple hecho de que los dioses no se jubilan.

Me gusta mucho como juega Messi creo que es verdad que es el mejor del mundo. Lo bueno de todo es que Messi no se cree Messi, o por lo menos eso pasa cuando juega con la alegría de pibe de barrio, como ese chiquilín en los potreros en el verdadero disfrute del juego.

El placer de jugar por el deber de ganar es implacable, lo atrofia todo: la fantasía, la libertad, la espontaneidad, en el deber de ganar tienes que ganar o ganar. Messi ha conservado intacto ese placer de jugar que trasciende y lo diferencia.

Lo mejor que el mundo tiene esta en la cantidad de mundos que el mundo contiene y el fanatismo es enemigo de la diversidad yo creo en la diversidad, por suerte somos diversos y estamos libres en elegir entre morirnos de hambre o morirnos de aburrimiento.

En esta reflexión yo no quiero ser salvado por lo que vamos a desconfiar de los mesianismos y de los mesiánicos, el único mesianismo que no es peligroso se llama Lionel Messi, su alegría de jugar; juega como olvidándose que no es el número uno es decir Messi no se cree Messi, por suerte.